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Cartografía del desamparo, de César Sánchez Beras

Si creyera que el primer retrato contenía todo el concepto, seria poeta, no novelista… Philip K. Dick

Con estas líneas plasmadas en el compendio mismo, marcaríamos el génesis del siguiente comentario, y que nos brinda pistas acerca de lo que encontraremos en el contenido de la galardonada compilación de poemas “Cartografía del desamparo” del escritor César Sánchez Beras.

“La metáfora es un relámpago en la noche del poema”. Para Sánchez Beras, es una de las frases que lo identifican como escritor. Esto se ve reflejado en un libro, donde los retratos descritos son una expresión más liberal delo natural, el sentir, e indudablemente una explicación de temas que van mucho más allá de lo personal, convirtiéndose en algo romántico y místico.

En sus palabras, Tu alma es un resquicio, un burdel de agonía que mistifica el mambo y ronca en la guaracha, eres la virgen pública altar de vellonera en donde la pasión se cruza con la máscara…

Nuestro poeta ficcionaliza el cuerpo de quien sería la musa de sus líneas, sin dejar pasar el embellecimiento de lo que es una simple osamenta en algo divino que obliga al lector a imaginar más allá de la simple carne.

… Tu cuerpo es olor de ti por todas partes, almizcle en el pezón derecho, canela la boca y la cintura, lavanda en las manos y en el miedo. Tu olor a llovizna si sonríes, todo café en la axila que amanece, a tierra mojada si te entregas, crisantemos la oreja y el ombligo, olor a pasado y a silencio… (Retrato de una fragancia)

Otra fragmentación donde el autor deja evidente el deleite, exaltando lo que para quien, no sea un amante de la lírica, pensaría que fuese algo simple.

En esta parte, el autor utiliza su más preciado tesoro, la metáfora, para dar oportunidad a la dualidad de sentimientos entre él y el receptor.

Otra de las particularidades del compendio son la huida y el otoño a quienes se les fueron dedicados varios retratos, que en boca del autor: El otoño es la muchacha que quiso ser feliz, y con labios amarillos y pelo gris, va por las calles quitándose el vestido; En cuanto a la huida, expresa que … cuánto dolor debe caber en la mano del que huye, ese hombre que se niega a sí mismo, en el sendero ardiente que conduce a la sombra en la mañana trunca de la que no se vuelve.

Sánchez Beras es un maestro de la versatilidad, esclarecidamente lo podemos ver en como dentro del libro juega con diversos temas, que contando con una conexión y secuencia textual, abre una gama de imaginaciones y persuade a la apertura del pensamiento del receptor.

Como todo poeta apasionado, la muerte no se deja pasar por alto y grita: me duele tu cintura, tu boca, tus cabellos, tu caminar, tu sexo, tu voz, tu odiar, tu canto, la mañana de marzo en la que has de morirte como empezando un rito que ha de vencer los tiempos.

Al respecto, el autor recapacita y desde sus entrañas se transporta a lo personal, al dolor que se siente cuando alguien se va. Deja entre palabras sentimientos de quien en soledad llora a un ser apreciado.

Además del retrato de la abuela, la aflicción por la pérdida la refleja en el retrato a Alfred, quien es uno de los afortunados en la dedicatoria: Sé que llovía cuando murió Pai Alfred… la luna ha de ausentarse la noche de mi viaje y he de hallar a Pai Alfred al borde del camino esperando mi abrazo de pie bajo la lluvia.

Leer a Cesar Sánchez Beras en esta colección de profundos poemas, va mucho más allá que simplemente palabras que conectan. Obliga a profundizar en el qué y por qué de las cosas. El autor cumple un papel de contagios literarios, pues cada uno de los retratos presentados en el libro, plantea un punto de vista de lo que se observa desde el ojo del lector, pero que deja en espera la interpretación de quien, del otro de las páginas, da vida a los versos en su mundo literario.

La autora es estudiante de la carrera de Educación orientada a la Literatura en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.