Diálogo entre ruidos y tonadas
En este diálogo imaginario sobresalen avisos intuitivos y soluciones no anticipadas que sugieren mucho más de lo propuesto.
Yo no sabía de tu callada soberbia, de tu orgullo en favor de las rutas desandadas. En fin, estaba ajeno a la encrucijada que bordea el entorno de tu ser.
Debo darte otro detalle más para que completes mi imagen oculta. Tengo sangre en las venas.
Pensaba en una especie de piedras líquidas cayendo en forma de emoción en el fondo de tu alma. Piedras saltarinas, invisibles, que pudieran saltar como las lágrimas. Y no me siento equivocado. Tu sangre sobresale de tu propio encanto porque toca la voz.
No sé qué pretendes con tantas urgencias. Tengo derecho a mis propios fantasmas. Y a dejarlos salir cuando quieran. Me has preguntado y te he respondido con un espejo demasiado parecido a este entorno que quise fundar. ¿Te he decepcionado?
Es posible que me haya conmovido, pero me siento fuera de mí. No esperaba ver una leyenda dentro de tu pequeño espacio. No esperaba la certeza de lo espléndido y casi la dejo pasar.
Todo sucede porque nunca me sentiste capaz de saltar por encima del tiempo.
Por eso trato de explicarme.
Hay cosas que no se deben explicar, aunque tengan explicación.
Pero yo insisto en fundar a partir de tu voz.
Puedes hacerlo siempre y cuando no cruces la línea donde me hundo todos los días. Mi identidad se encuentra en ese entorno oculto, diminuto, a veces demasiado intangible que se mueve en algún lugar de mi memoria y que nunca he podido encontrar.
Me he vuelto un animal que no sabe bajo qué árbol morir. Pero hoy siento deseos de ser un poco menos responsable ante quienes me observan romper las láminas sagradas. He conocido un mundo demasiado cercano a mí como para abandonarlo en máquinas lluviosas. He conocido que todo es posible si puedo mirarte dentro del asombro.
Los días y las noches dejarán el rostro habitual. Y no tendrán el mío. Y mucho menos el tuyo. Tendrán la consagración del olvido, pero no desaparecerán. Sólo intentan derramarse en tu memoria.