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Olimpíada Mundial: la responsabilidad es compartida

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Nelson Pinal Borges, MI & FIDE TrainerSanto Domingo, RD

Tal como dice G. Kasparov, “el Campeón del mundo es la mejor personificación de su época y en base a él podemos juzgar el desarrollo del ajedrez”, pudiéramos extrapolar su frase para interpretarla en otra perspectiva: “el resultado del equipo nacional en una Olimpíada Mundial es el mejor reflejo de la situación del ajedrez en el país”.

La actuación de los equipos de ajedrez en una Olimpíada es seguida por los aficionados y la opinión pública nacional e internacional. Por eso es importante enviar a ese magno evento a los mejores jugadores, ya que el prestigio ajedrecístico del país está a la vista de todos, en todos los rincones del mundo y quedará plasmado para la historia.

Es conveniente destacar que el resultado final del conjunto no depende solo de los jugadores: la actuación también depende del trabajo previo de la Federación correspondiente. La Olimpíada Mundial es el último eslabón de la cadena del quehacer de esta entidad y la actuación buena, regular o mala, obedece a una labor con al menos dos años de previsión y preparación. No es conocer que la Olimpíada será en tres meses e improvisar la participación como un viaje de turismo con guía incluido.

El equipo debe escogerse de un campeonato nacional con las mejores figuras del país y los jugadores seleccionados deben sentirse como los actores principales de una obra y no convertidos en peleles pendientes del antojo de un director artístico con escasa cultura ajedrecística y desconocedor de la importancia que reviste la Olimpíada Mundial.

Recientemente un ejecutivo de la FIDE declaró “en la preparación de sus jugadores algunas de nuestras federaciones solo llegan hasta la agencia de viajes”. Muy cierto, no es solo despedir a los jugadores con palmadas en los hombros, montarlos en el avión y decir “ya cumplimos”. Es planificar la ruta de viaje para que puedan aclimatarse en la sede y no salir del aeropuerto al salón de juego como nos sucedió en la Olimpíada de Estambul 2012, cuando después de un agotador viaje, llegamos para enfrentarnos con el equipo de Rusia, el más fuerte de la lid.

Garantizar una buena actuación, además del entrenamiento y un fogueo de calidad, es brindarles a los jugadores una atención integral durante el evento, incluyendo una dieta conforme al tiempo de viaje y asegurar un regreso ordenado para evitar jugadores varados en los aeropuertos. De lo contrario, la asistencia a una Olimpíada sería un turismo deportivo y un desperdicio de dinero.

Juntar a los jugadores para un entrenamiento previo de dos meses antes de la Olimpíada y enviarlos a foguearse en eventos internacionales, son requisitos mínimos para aspirar a una buena ejecutoria, y todo esto es responsabilidad de la Federación, entidad encargada de que sus representantes olímpicos compitan en la mejor forma deportiva posible.

Asimismo, es importante que al equipo lo acompañe un buen entrenador, seleccionado en base a resultados concretos y no por clientelismo o amiguismo, investido de autoridad y que realice su trabajo con un tiempo determinado antes y durante la Olimpíada; de lo contrario, sería un simple capitán de equipo que conoce a sus discípulos en el aeropuerto y cuya función se resumiría a ser un “quita y pon” de jugadores en cada ronda.

Y no menos importante es que al equipo lo escolte un jefe de delegación competente, con conocimientos del evento, experiencia de viajes y capaz de relacionarse sin retraimiento con los colegas de otras naciones y el personal de la FIDE.

Como hemos expuesto brevemente, la actuación de un equipo olímpico es una responsabilidad compartida entre sus miembros y los federativos y en caso de actuaciones irregulares no es justo enjuiciar solamente a los jugadores como es la costumbre.

Con respecto a la delegación dominicana a Chennai, le deseamos éxitos y mucha suerte. La honra del ajedrez nacional está en sus manos.

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