El ajedrez: herramienta de crecimiento personal
El ajedrez es una herramienta de superación personal y sus adeptos de 4 a 104 años lo estudian y practican con diferentes objetivos:
- Ser un gran campeón.
- Como un hobby útil y entretenido para invertir en el tiempo libre.
- Aprender “tácticas y estrategias” para aplicarlas a la actividad profesional.
- Para mejorar la toma de decisiones en las rutinas diarias bajo estricto límite de tiempo.
- Distraer sanamente la mente de las preocupaciones y del estrés de la vida actual.
- Mejorar la concentración y la memoria.
- Prevenir enfermedades neurodegenerativas.
Aunque esas pueden ser consideradas las principales finalidades del estudio y la práctica del Juego Ciencia, existen otras. Por ejemplo: he tenido alumnos de entre 10 y 18 años cuyos padres desean que sus hijos se alejen de los juegos cibernéticos “que no los ayudan a razonar ni a pensar. Ellos bajo esa influencia actúan como robots que ni escuchan cuando se les habla”… y es que el ajedrez, a la par que enseña a pensar, favorece el razonamiento lógico, la cordura y la observación, cualidades tan necesarias en el diario accionar.
Otros padres inculcan a sus hijos la práctica del ajedrez para fomentar un mejor desarrollo intelectual y para fortalecer el cálculo tan necesario en el estudio de las matemáticas.
En muchos años de enseñanza de ajedrez en el país he tenido alumnos de bien avanzada la tercera edad que desean aprender a jugar para utilizarlo como un método de prevención de enfermedades como el Alzheimer o la demencia senil.
Otros alumnos, profesionales de alto nivel, desean profundizar en el pensamiento crítico como una de las habilidades sociales e intelectuales más importantes en la gestión empresarial actual, donde la competencia es desmesurada y que para triunfar se requiere desarrollar estrategias que el estudio y la práctica del ajedrez favorecen.
De hecho, he tenido el privilegio de contar con alumnos ajedrecistas muy destacados en su esfera profesional y que en la actualidad desarrollan altas funciones, tanto en el Gobierno dominicano, como en entidades privadas del país. Estoy convencido de que a esos alumnos el estudio y la práctica del ajedrez les ayudó a alcanzar una elevada formación académica y profesional.
Por otra parte, en ocasiones pongo el ejemplo de una alumna que recibió clases en un curso que brindé en la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE) y la cual, a partir de entonces, convirtió el ajedrez en parte de su vida y es una ferviente entusiasta y promotora del juego que le permitió ampliar sus horizontes personales y sociales.
Otros alumnos han sido triunfadores en base a su talento, esfuerzo y dedicación; tomaron el ajedrez con seriedad y responsabilidad, guiados por metodologías correctas y cumplieron en gran parte con sus expectativas competitivas.
Todos los ejemplos anteriores confirman que el ajedrez “sirve para muchas cosas”, y se debe enfocar como una actividad deportiva que facilita el crecimiento personal desde diferentes ángulos y perspectivas.