Ventana

José Mármol, nueva antología y sus inicios

Tal vez los nuevos poetas, internatutas y escritores dominicanos veinteañeros solo conozcan la inmensa obra de José Mármol, no su impronta.

Ensayos sobre sus libros, estudios, entrevistas y reflexiones sobre él abundan. Lo que no abunda es su inmensa responsabilidad poética en tiempos en que la poesía y la literatura reiteraban esquemas ideológicos y patrioteros, pasados de moda, insignificantes.

La poesía y el pensamiento no siempre nacen del culto a una ideología, sino también de profundas razones del vivir y del pensar. Cada época trae su voz, y la voz dominicana de antaño no pudo impedir el nacimiento de una estética universal.

En medio de ese culto a la decadencia estética, surge Mármol como figura central de un grupo de jóvenes integrantes del taller literario César Vallejo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con un discurso distinto. Un discurso que, si bien partía de la filosofía, se apartaba de contenidos obsoletos, reiterativos, que limitaban la libertad de un pensamiento plural, democrático y a todas luces, enfrentado a la ortodoxia.

Mármol defendió el surgimiento de ese tipo de escritura y la necesidad de que el país ampliara su valía cultural. Sostuvo polémicas imborrables y enfrentó con valentía a quienes se resistían a admitir el valor de aquellos aportes. Una vanguardia artística estaba naciendo. Corrían entonces los años 80 y la UASD era un hervidero de jóvenes que anteponían lo nuevo contra lo viejo.

Él encontró los derroteros necesarios para un forjar nuevo tipo de escritura, cuyo valor radicaba en la forma tratar temas humanistas, vinculados no solo al sentir circunstancial, sino a la paradoja del ser frente a su propia conciencia, a sus experiencias y formas de aprehensión de cuanto acontecía a su alrededor, su entorno y proyección.

De esa forma erradicaba del verso la politiquería oportunista, ideales exóticos y consignas poco convincentes para una juventud que exigía otra visión para entender que el escritor debe ser ante todo un testigo de su propia intimidad, proyectada a partir del pensamiento, la meditación y la profundidad argumental.

Este es solo un esbozo, una pequeña percepción de su valor. Su obra ha crecido y su nombre ha entrado con buen pie en los templos del saber donde todavía quedan rezagos de aquella vieja ideología vinculada a la literatura que el tiempo se encargará en desaparecer para siempre. Por suerte los dominicanos tenemos a José Mármol. Es un orgullo y un privilegio para el país. Con él, su pueblo crece cada día más.

Ahora se acaba de publicar una nueva antología de su obra poética. Celebrarla es un privilegio. Leerla, mucho más.

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