El oráculo ardiendo, Juan Hernández Inirio
Cautivador, agitador, lacerante…
El oráculo ardiendo es un grito, una rebelión punzante, una protesta irremediable por el aire, el suelo, la vida. El poeta plasma su inconformidad por el lugar donde vive, su angustia por los seres que le rodean. Clama por la insatisfacción que siente de todo a su alrededor.
Juan Hernández Inirio nos adentra en este poemario que carece de esperanzas, nos muestra la superficialidad de nuestro espacio, los posibles desenlaces de esta vida sosa y desprovista de propósitos que valgan la pena vivir. Esto se confirma con el verso: ¡Tu nacimiento quedará impune!, que nos invita a la idea de que el nacimiento es algo lamentable.
Cada verso huele a desesperanza, abordados desde una perspectiva pesimista.
Mi edad caerá al vacío
acompañada tan solo por una almeja inmemorial
estaré harto de todas las canciones, supongo
e incubaré la esperanza como una última metáfora
El poeta destaca nuestra isla, sin que cambie ese olor que impregna el poemario: insatisfacción y pesimismo.
Cuando hablo de la noción de patria,
las palabras salen de un espejo de niebla
los días aquí no se enderezan
no acaece un solo milagro
cualquiera que lea detenidamente
las sílabas de una promesa en blanco
sabrá que ha entrado a mi isla.
El poeta no quiere oráculos, grita por una comunicación directa, necesita respuestas sin ese velo que le impide comunicarse directamente con esos dioses, aquellos que se han escondido detrás de un intermediario.