“De los sucesos gustosos que vivió Don Quijote en Santo Domingo”, de Rafael Peralta Romero

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Luis Beiro, Editor de Ventana y Lecturas de DomingoSanto Domingo, RD

Conocí a Rafael Peralta Romero en el Periódico La Nación, a principios de 1997. Allí fuimos compañeros y amigos. Nos unió también Generoso Ledesma, un ser humano invaluable, subdirector del vespertino. Un día descubrí el primer libro de cuentos de Peralta, publicado en 1983 por Editora Colonial. El relato que le dio título a ese tomo, “Punto por punto”, olía a literatura de la buena. Es un breve monólogo donde un personaje inesperado, agobiado por las circunstancias, y a punto de caer entrampado en su propio laberinto exorcisaba ante las aparentes contradicciones de un suceso inesperado.

Aquella prosa fluida, exquisita, directa y poseedora de un ritmo casi cinematográfico siempre será un aporte dominicano a las letras iberoamericanas. Después, entre relatos y novelas, Peralta fue cultivando una obra narrativa de interés, donde la prosa da valor al mundo interior de personajes variopintos, envueltos en sus propias prerrogativas.

Ahora sorprende con su historia “De los sucesos gutosos que vivió Don Quijote en Santo Domingo”, impresa por Dennis Mota y su Editorial Gente.

Estamos frente a un texto donde se “ficciona” a un personaje de ficción. Conozco relatos literarios, como los del norteamericano Truman Capote inspirados en hechos reales, pero con personajes nombrados de forma distinta. O en el caso domiminicano, Viritao Sención trató como personajes a figuras cercanas al expresidente Joaquín Balaguer en actividades reales, movidas entre realidad y ficción. Cómics sobre héroes y antihéroes de ficción han inundado el mercado mundial y algunos han pasado al mundo de las letras. Y hay muchos ejemplos más.

Pero el libro de Peralta exhibe otra perspectiva al sacar fuera de contexto al protagonista de la novela mayor de la lengua española e inventarle un romance en la República Dominicana. Es algo poco común, arriesgado, pero válido, toda vez que se trata de redimensionar la figura del protagonista de la obra de Cervantes.

El cine si exhibe cintas donde los personajes bíblicos y literarios combinan sus historias con nuevos rumbos narrativos, como Noe, Jesús de Nazaret, Frankestein o Drácula. Pero en las letras impresas es algo poco común.

Para lograr un impacto en sus lectores, Peralta acude al lenguaje cervantino de entonces, a esa fraseología clásica puesta en boca del Ingenioso Hidalgo, para ubicar el contexto histórico, muy similar a la América de entonces y sus hermosas doncellas radiantes de bellezas. En cuanto a su técnica, esta es una novela de diágolos, de reflexiones y propuestas amatorias, cercanas a la galantería, al sentimiento, a la misma exquisitez con que el Quijote imaginó a Dulcinea del Toboso, el amor idílico de su vida. Solo que aquí la pareja del Quijote es Lorenza, una mulata dominicana de pelo encrespado y cuerpo angeligal, que lo seduce hasta la locura.

Estamos en presencia de una hermosa historia de amor originada en un tiempo lejano, pero muy nuestro, donde todavía el valor de los hombres y el prestigo de sus heroicidades valían más que riquezas, cargos públicos y propiedades “empresariales”.

La primera edición “De los sucesos gustosos de Don Quijote en Santo Domingo, tuvo una tirada reducida, pero los interesados la pueden disfrutar en las salas de lectura la Biblioteca Nacional.

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