La ballerina

No había estudiado danza. Sus movimientos no eran gráciles, más bien demasiado rotundos, y su peso había aumentado después de parir los hijos.
Ensayaba sus pasos de ballet alrededor del hombre, canturreando una melodía inventada, descompasada como los giros de sus pies, igualmente gozosos y confiados como expresión de la vida.
En la mirada, parecía sonreír. No era frecuente que lo hiciera para ella, se mostraba locuaz y simpático con todos y con todas, pero en la relación de pareja se encerrada por dentro, hablaba poco y con desgano, a la mujer, y también a los hijos.
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