Ventana

“No fue mi decisión convertirme en escritor, solo me atreví a contar una historia”

P: Su nombre recién comienza. Y por todo lo alto. ¿Decidió “convertirse” en escritor?

Desde pequeño supe que podía expresarme mejor con el entorno que me rodeaba a través de los lápices y los pinceles. Ya de adolescente comencé a dejar por escrito los estados de ánimo propios de la edad en donde uno se hace muchas preguntas existenciales. Una necesidad de encontrar respuestas a nuestro origen y propósito en la vida que poco a poco fueron tomando forma de poemas en prosa. No fue una decisión convertirme en escritor, fue tal vez sin proponérmelo el complemento que me ayudó a expresar mejor los temas que dejaba plasmado en mis pinturas y dibujos. Acompañaba en las muestras de mis trabajos visuales a cada obra de un poema en prosa y la primera que recuerdo fue en la exposición titulada “Y le llamaréis Cipango” realizada en la antigua Casa de Bastidas hoy Museo Trampolín en 1988. Hace solo dos años en el 2019 sí se puede decir que tomé la decisión, no de ser escritor sino de atreverme a contar una historia que más que una novela era una deuda afectiva a la que he titulado “Las Consentidoras”.

P: ¿Quién es Tulio Matos?

R: Soy el hijo de Tulio Amado Matos Rodríguez y de Olga Altagracia Rodríguez Otero de Matos. El primero un gran ingeniero civil lleno de valores y la segunda una ama de casa abnegada y dedicada al cuidado de sus hijos y nietos. Ya ambos fallecidos. Descendiente de varios artistas destacados del país, nací en Santo Domingo en Julio de 1963 en un hogar conformado por mis padres, tres hermanos, dos abuelas, varias tías abuelas, tíos y primos en donde la unión familiar, la Fe en Dios y el respeto a los mayores eran el común denominador. Recibí la educación primaria en el colegio Santa Teresita dirigido por la gran educadora Srta. Minnetta Roques y sus hermanas. La educación secundaria en el colegio Santa Marta dirigido por la educadora Evalina de Castro. Luego de haber iniciado varias carreras universitarias muy ajenas a mi vocación artística y aceptando el consejo y la guía de mi padre ingresé en la Escuela de Diseño de Altos de Chavón en donde recibí el título Cum Laude de Técnico en la carrera de Bellas Artes e Ilustración en el año 1986. En ese mismo año tuve mi primera exposición de pinturas y dibujos en la Casa de Bastidas. Mi segunda exposición en el año 1987 en la galería de arte Arawak, la tercera muestra de nuevo en Casa de Bastidas en 1988 y la cuarta exposición en los salones de la fundación Manuel Del Cabral en 2003. En 2004 expuse mis obras en la Galería de arte Agora gallery de la ciudad de Nueva York.

Desde el 1986 he trabajado como ilustrador en varias publicitarias del país y en editoriales como Santillana y otras. En el año 2000 comencé a impartir docencia en la Universidad UNIBE hasta el 2018.

P: ¿Por qué la novela? ¿Quiénes son Las consentidoras?

R: Como dije al principio, más que una novela es una deuda afectiva que decidí pagar. Las consentidoras son las embajadoras del amor en la tierra, guerreras, hadas, madres, abuelas, soñadoras que se entregaron al prójimo sin pedir nada a cambio, solo bastaba devolverles con una sonrisa y un buen abrazo para hacerlas felices. Ellas eran hijas de uno de los intelectuales más destacados del país, el jurista Salvador Otero Nolasco, un filántropo en cuya casa se reunían las figuras políticas de la época a pedir consejos y a celebrar tertulias literarias. Dos de ellas, Julieta y Belisa fueron de las primeras sopranos líricas del país, las demás desarrollaron otros talentos como la cocina y la costura pero siempre impusieron su personalidad y criterio propio ante una sociedad con mentalidad medieval y de doble moral. Las circunstancias excepcionales que marcaron sus vidas merecían ser contadas y reveladas al mundo.

P: Su tiempo es limitado por su profesión. ¿Qué lo motivó a escribir?

R:Así es, el tiempo que le dedico a mi profesión de ilustrador de libros de texto y a mi trabajo artístico deja muy poco espacio para otra actividad. Por eso comencé a digitar el texto en horas de la noche y en los fines de semana. Los textos de otros autores que llegan a mis manos cada día y de los cuales debo hacer una interpretación gráfica me motivaron a emprender este proyecto.

P: ¿Qué tiempo le tomó escribir el libro? ¿Alguna estrategia?

R:Me tomó ocho meses exactos para relatar la historia de Las Consentidoras la cual terminé en diciembre de 2019. La estrategia fue dejar que fluyeran las ideas que se alimentaban del sentimiento. Los días en que yo me transportaba a los recuerdos de mi infancia y adolescencia vividos alrededor de las consentidoras eran los días más productivos para escribir.

P: Detrás del título ¿se esconde una época, un entorno, un drama?

R: Efectivamente. Detrás del título se esconde una época y unos dramas humanos que sirven de telón de fondo a los personajes. Cada capítulo va acompañado de los hechos históricos más trascendentales que definieron nuestra identidad como país. Los dramas vividos por cada uno de los actores de la historia que indudablemente pertenecen a mi entorno familiar, se van sucediendo en flashbacks o retrospecciones en el tiempo en donde al final quedan unidos por elementos comunes.

P: ¿Como fue su proceso creativo? ¿Acudió a técnicas literarias?

R: El proceso creativo para esta novela fue dedicarle un mínimo de tres horas diarias sin interrupción para escribir. No recurrí a ninguna técnica específica pero tengo la costumbre de aprovechar cada situación casual que se presente a lo largo del día para integrarla al texto en curso. El chispazo que necesitaba para echar a andar el proyecto estuvo marcado por la pérdida de mi madre hace ya ocho años. El largo camino del desapego y la aceptación de la pérdida del ser que te dio la vida marca un antes y un después en tu vida. Por eso creo que la mejor catarsis que existe para purificar el dolor es echar mano a aquella herramienta con la que mejor te expresas y en este caso y sin proponérmelo encontré en la escritura la llave que abrió ese baúl de emociones que habitaban en mi subconsciente.

P: ¿Qué lo motivó a concursar en este evento?

R: Irónicamente, siempre había dicho que no confiaba en ningún tipo de concurso. En verdad cada quien se construye un concepto de acuerdo a su experiencia de vida pero aún así y después de haber sometido muchas obras visuales a concursos y bienales de arte, tomé la determinación de someter esta novela al concurso Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jiménes 2021 animado por mi hija-sobrina Nicole y por Madelaine, una buena amiga y compañera de trabajo quienes sin conocerse coincidieron e insistieron en que yo participara en este nuevo reto. Confieso que todavía estoy asimilando la sorpresa de haber ganado este premio el cual recibo con humildad y agradecimiento por haber participado entre tantos autores valiosos y de larga trayectoria. Doy las gracias a mi buen amigo y consejero el escritor e historiador Andrés Blanco Díaz por la labor desinteresada de la corrección de estilo de mi libro.

P: ¿Qué sorpresas le ha deparado su trabajo como ilustrador de libros?

R: Mi profesión como ilustrador publicitario y de libros de texto me han proporcionado mucha satisfacción en el aspecto humano y profesional. Gracias a esta elección como forma de ganarme la vida he desarrollado la capacidad de escuchar las historias de muchos autores y muchos clientes que necesitan comunicar y vender su producto a un público determinado. És esa variedad de personalidades lo que ha retroalimentado mi imaginación para crear historias que toman como referencia las experiencias ajenas aunque muy similares a las propias.

P: ¿Qué sugeriría para mejorar el comercio del libro en el país?

R:Creo que el libro debe salir de las librerías a la calle y al encuentro del lector, no al revés. Me explico. Aunque muchos no lo crean, en nuestro pueblo existe un amplio segmento de lectores potenciales que pasan desapercibidos por cuestiones de prejuicios y la mala costumbre que tenemos de asociar la cultura a los individuos con mejor solvencia económica. Propongo que se hagan Ferias del libro a lo largo de todo el año, en menor escala y con infraestructuras económicas a nivel de carpas en los barrios populares promoviendo diálogos directos entre los autores y el público. De esa manera, vamos al encuentro de las personas y comenzamos a hacer una transformación del individuo como ente social y de su capacidad cognitiva.

P: ¿Piensa continuará escribiendo junto a su labor como artista visual?

R: Seguiré desarrollando mi trabajo literario con tenacidad al mismo tiempo que mi trabajo como artista visual porque creo que ambos se complementan y se necesitan.

Existen todavía muchas historias que contar. Agradezco infinitamente a la Fundación Eduardo León Jiménes, al Ministerio de Cultura y a la Cervecería Nacional Dominicana por este galardón y la confianza depositada en mí.

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