El ajedrez femenino no tiene quien le escriba
Hasta el año 2014 en el ajedrez femenino hubo cierto nivel con las maestras Eneida Pérez y Mercedes de la Cruz. El último éxito del país fue en la Olimpíada de Tromso, Noruega 2014, con dos títulos de Maestra FIDE
Hoy domingo termina el Campeonato Nacional de ajedrez femenino en el cual participan 22 jugadoras representando a 13 provincias y al Distrito Nacional. Con este evento, posterior a la exitosa Simultánea del Parque Colón del pasado sábado 27 de marzo organizada por el Gran Maestro Ramón Mateo, regresó definitivamente el ajedrez presencial en el país.
Es importante este retorno del Juego Ciencia con la celebración del Campeonato de donde saldrá la campeona nacional. Nos hubiera gustado disfrutar del mismo con la presencia de jugadoras de todo el territorio nacional; sin embargo, apenas llega al 40 por ciento de las provincias dominicanas que enviaron ajedrecistas, es decir, como si en la mayoría del país el ajedrez femenino no se practicara. Quizás este es el resultado del abandono sufrido por las ajedrecistas criollas durante los últimos años.
De las 22 jugadoras participantes, se aprecia que una buena parte de ellas son veteranas conocidas y que el relevo generacional es mínimo. Apenas participan unas pocas jugadoras menores de 18 años, las cuales presentan un bajo nivel cualitativo, excepto la joven subcampeona nacional del año 2019, Franchesca Ramírez Luzón.
Hasta el año 2014 en el ajedrez femenino hubo cierto nivel con las maestras Eneida Pérez y Mercedes de la Cruz, que encabezaban el rating nacional. El último éxito del país fue en la Olimpíada de Tromso, Noruega 2014, donde se lograron dos títulos de Maestra FIDE y una aceptable actuación del equipo integrado por Elizabeth Hazim, Kenia Polanco, Wilsaida Díaz, Darlin R. Villar y Carol Santos, con Pinal Borges como entrenador. En esa ocasión se realizó una preparación previa de dos meses y un match con el equipo de Puerto Rico.
Para la siguiente Olimpíada Bakú 2016 la FDA no tuvo la visión de organizar un entrenamiento previo y designó a otro entrenador; finalmente el equipo terminó en el lugar 110, la peor actuación olímpica del ajedrez dominicano. Incluso se perdió con el pobre equipo de Botswana. Desde entonces comenzó el descenso que continúa hasta la fecha.
En la actualidad ninguna jugadora dominicana llega a 1,900 puntos en el rating de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Para que se tenga una idea, Venezuela (con todas sus dificultades sociopolíticas conocidas) posee ocho jugadoras por encima de los 1,900 puntos y tres de ellas con más de 2,000. Ni pensar compararnos con Colombia, México, Argentina o Cuba.
En el caso de los títulos internacionales, República Dominicana cuenta con solo dos Maestras FIDE activas, Wilsaida P. Díaz y Carol Almonte (que no está presente en el actual Campeonato Nacional). Bolivia tiene tres MF y dos Maestras Internacionales. Venezuela tiene cuatro MF y tres MI, Costa Rica cuatro MF y cuatro MI. Nosotros aún esperamos por la primera Maestra Internacional, aunque erróneamente hace tres años se proclamó a bombos y platillos que ya teníamos una MI.
Las estadísticas son bien elocuentes y reflejan que ha faltado una consecuente política de desarrollo del ajedrez femenino y ahora se recogen sus resultados. Apenas nuestras mejores jugadoras compiten internacionalmente; prácticamente cada dos años en las olimpíadas y en algún evento regional, sin un buen entrenamiento. Y en el país no se organizan eventos femeninos de calidad que sirva de fogueo a las jugadoras.
Es de destacar como un hecho insólito, que unos meses después del Campeonato Nacional 2019, la FDA envió al evento zonal celebrado ese año en Colombia a dos jugadoras, excluyendo a la flamante Campeona Nacional, Patricia Castillo y a la subcampeona Franchesca de sólo 14 años, alumna del Proyecto Ajedrez Joven R. D. dirigido y patrocinado por el Ingeniero Rafael Damirón.
Esperemos que más temprano que tarde, aparezca alguien que le escriba al coronel y el ajedrez femenino dominicano renazca con sangre joven y nuevos bríos, ajenos a favoritismos y políticas erradas donde prevalece más el circo en la prensa que el pan de calidad entre las jugadoras y las esperanzas en patadas voladoras por encima del trabajo metodológico y el buen criterio técnico, dos aspectos que han limitado el desarrollo del ajedrez en los últimos años.