El silencio y la furia
Pocas películas biográficas han logrado mi favor/ La razón es sencilla: Las películas de este subgénero tienden a mostrar el lado más monótono e impoluto de los héroes que retratan. Hoy hablaré de una de las más aclamadas excepciones a esta tendencia.
“Toro salvaje” (1980) es un drama biográfico dirigido por Martin Scorsese y adaptado por Paul Schrader y Mardik Martin, de la biografía de Jake LaMotta. El filme expone la dicotomía entre la vida privada y la vida pública del boxeador Jake LaMotta, de cómo su furia a la vez que le favoreció en su carrera, acabó destruyendo su vida fuera de ella. El filme abre directamente en el ring, con el personaje encarnado por Robert De Niro solo, enfrentándose a sí mismo en cámara lenta, al son de una pieza de Pietro Mascagni. Esta escena introductoria apenas indica lo que sucederá: un luchador que acabará solitario y derrotado, que continuaría luchando solo por toda la eternidad.
El resto se convierte en más que una biografía, en uno de los mejores estudios de personaje que haya presenciado en la gran pantalla. Esto se debe a la impresionante actuación de De Niro, centrada en mostrar la complejidad de la furia de la forma más sutil posible: apenas con expresiones y con su forma de hablar.
Otro de los elementos más alabados es la cinematografía en blanco y negro que más que diferenciar a esta de otras cintas deportivas, tuvo el propósito de mostrar la época previa a los años 60 de la forma más cruda y poética posible. El uso de la cámara lenta es innovador, la edición descarnada pero precisa, por no mencionar el deslumbrante diseño de sonido, son pocas de sus muchas innovaciones.
Sin embargo, uno de los elementos que más llama la atención es su deslumbrante uso del silencio: un elemento muy común en la filmografía posterior de Scorsese. Algunas de las mejores escenas se destacan por su uso de silencios y pausas, no solo con distintos propósitos, sino como un concierto o una obra de teatro. De hecho, esto se visualiza también en la impresionante dirección: casi cada escena doméstica y silenciosa es seguida de una pelea coreografiada para la fotografía, con la finalidad de reinforzar el propósito del filme.
Pero lo que más me tocó de “Toro salvaje” es cómo el director relacionó la metáfora del ring a su propia vida, y qué podemos aprender de la misma. Un joven Scorsese, agotado tras estar al borde de la muerte, es convencido por su actor fetiche (De Niro) para filmar la que sería su última película. De Niro le presentó la autobiografía de LaMotta y a pesar de no gustarle los deportes, consideró increíble la representación del ring como un todo, citando a Scorsese en una entrevista para el Rolling Stone: “(…) el ring se convierte en una alegoría de lo que sea que haces en la vida. Haces películas, estás en el ring cada vez. (…)
La gente solo viviendo su vida diaria–cuando vas al trabajo, estás en el ring.”
En mi parecer, ese conflicto interno del protagonista simboliza la lucha del hombre contra sí mismo, y cómo la obsesión acaba con nuestro lado más humano.
Ficha técnica
Título original: Raging Bull; Duración: 124 min; País: Estados Unidos; Música: Pietro Mascagni; Fotografía: Michael Chapman (B&W); Reparto: Robert De Niro, Cathy Moriarty, Joe Pesci, … Productora: United Artists; Sinopsis: “Jake la Motta es un joven boxeador que se entrena duramente con la ayuda de su hermano y mánager Joey. Su sueño es convertirse en el campeón de los pesos medios. Pero Jake es un paranoico muy violento que descarga su agresividad tanto dentro como fuera del ring. Incluso su hermano es víctima de su enfermizo carácter. Cuando, por fin, alcanza el éxito, su vida se convierte en una pesadilla. Por un lado, su matrimonio marcha cada vez peor debido a sus contantes salidas nocturnas con otras mujeres; por otro, la mafia lo presiona para que amañe combates.” (FILMAFFINITY)