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Juego ciencia

La incultura ajedrecística

En la mayoría de los casos, la Incultura Ajedrecística es producto del desconocimiento integral del mundo del Juego Ciencia.

Nelson Pinal Borges, MI & FIDE TrainerSanto Domingo, R. D.

Hace un corto tiempo escribí el artículo “La Cultura ajedrecística” donde plasmé algunos aspectos que el jugador de Ajedrez debe conocer como complemento a su nivel práctico y que le sirve para comprender mejor el Juego Ciencia. Evidentemente, teniendo un mayor conocimiento cultural del Ajedrez, el jugador logra una mejor base técnica y está más capacitado para avanzar hacia la maestría.

Pero el presente trabajo se refiere a un tema parecido pero visto desde otra óptica.

Recientemente en una red social surgió una discusión sobre determinado tema del Ajedrez. Inicialmente no me integré a la misma, pero posteriormente al ver a varias personas dando su criterio, pues me incorporé al debate y leí detenidamente cada uno de los juicios emitidos antes de dar mi opinión del asunto tratado.

A medidas que avanzaba la controversia fueron surgiendo los criterios de los grandes filósofos enanos -parodiando la hermosa canción de Alberto Cortez del compositor Pedro A. Palacios que en una estrofa dice: -Pero ven cuatro plantas florecidas esos grandes filósofos enanos… ¡Y van y las destrozan inhumanos, cual rapaces querubes homicidas! - Ese fragmento en gran medida se puede aplicar a la Incultura Ajedrecística.

En dicho debate, los filósofos ajedrecistas cada vez asombraban más con sus singulares juicios sobre el tema. Se llegó a decir, por poner dos ejemplos: uno, que Robert Bobby Fischer no fue de los mejores jugadores de todos los tiempos porque ganó el campeonato mundial y se retiró. Amigos lectores, ¿Ustedes han escuchado esa barbaridad en alguna ocasión?

Sobran las palabras; sólo es necesario decir que en la gran mayoría de las encuestas y en el inmenso caudal de opiniones expresadas por especialistas en todas partes del mundo, se distingue a Fischer, junto a Gari Kaspárov, José Raúl Capablanca y Magnus Carlsen, entre los mejores ajedrecistas de toda la Historia del Ajedrez. Sus méritos, resultados y estadísticas lo confirman.

El otro ejemplo: “Alexander Alekhine fue el padre ajedrecístico de Capablanca porque el ruso-francés le ganó el match de 1927”. Bueno, nunca en más de 50 años como ajedrecista había leído o escuchado semejante burrada. Solamente cabe señalar que en el score personal de por vida, Capablanca aventajó a su formidable rival 9 x 7, sin abundar en otros temas de sus respectivas carreras ajedrecísticas donde el cubano lució mejor. Sólo basta recordar que Alekhine rehuyó la revancha.

El que desee puede decir que Alekhine fue superior a Capablanca; es su opinión personal y se respeta; pero no debe llegar al extremo de manifestar que el ruso-francés fue su padre en el Ajedrez…eso da risa y pena al mismo tiempo. No hay argumentos sólidos que permitan sustentar eso, ya que es una opinión que se puede rebatir fácilmente.

Los disparates expuestos anteriormente son ejemplos de la Incultura Ajedrecística que padecemos todos, unos en mayor medida que otros. Y no es sólo el resultado del abuso de la libre expresión en las redes sociales; es producto del desconocimiento y la ignorancia, porque en el fondo, los dueños de esos desmanes los expresan porque no están conscientes del error que cometen producto de sus limitados conocimientos.

Por demás, ellos creen que sus criterios constituyen verdades absolutas y no dan margen a otras opiniones y hasta llegan a extremos inauditos; una persona que su nombre recuerdo me retó a jugar un match a 10 partidas para demostrar su aseveración sobre el tema Alekhine - Capablanca.

Otra forma de Incultura es el irrespeto a determinados jugadores. He visto de cerca como ajedrecistas de escaso nivel y sin historial ninguno, pues discuten y tratan a un jugador superior y reconocido con un título internacional sin respetar la jerarquía, los conocimientos y el título que usted no posee.

En el Derecho, la Medicina, la Música y en otras ramas del saber, se respetan los títulos como una muestra no sólo de educación, sino de consideración al que ha llegado donde usted no ha podido. Es un principio elemental de respeto, civismo y sentido común.

¿Usted no cree que, a Lionel Messi o Rafael Nadal en el deporte, a Paul McCartney o Elton John en la música, o a un premio Nobel de Matemáticas o Medicina, sus homólogos no lo tratan con una justificada y alta distinción? En el Ajedrez como en el Arte, el Deporte, etc. hay niveles de jerarquías y éstos se deben respetar.

En la mayoría de los casos, la Incultura Ajedrecística es producto del desconocimiento integral del mundo del Juego Ciencia, ya sea de su Historia y Evolución, de aspectos técnicos importantes y de otros factores prácticos e intelectuales que se necesitan para formarse un verdadero currículo personal, sin menospreciar la experiencia que sólo se adquiere con los años y que como todos sabemos, no se improvisa.

Debemos saber hasta dónde llegan nuestros conocimientos para poder emitir un juicio, valorar una posición, respetar un título, dar una instructiva clase de Ajedrez y comportarnos no más allá de lo que nos permite nuestra hoja de vida ajedrecística y así evitar las desagradables muestras de Incultura Ajedrecística.

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