El auge y las manifestaciones del cine independiente dominicano

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Cristina MeléndezSanto Domingo

Ante los ojos y la percepción del dominicano se presenta otro tipo de cine que explora nuevas formas de pensamiento, es más apegado a la realidad y cuenta historias de gran relevancia social y cultural. Filmes de carácter independiente que son remunerados con importantes reconocimientos a nivel nacional e internacional en prestigiosos festivales y premios, donde son acogidos por un público más selecto.

El cine independiente dominicano es un fiel reflejo de las luchas de sus ciudadanos y de relatos de superación, que llevan a la audiencia a conocer situaciones o hechos que muchas veces no son ni siquiera mencionados en la palestra social y que, además, sirven como denuncia o crítica de la realidad que se vive en la República Dominicana.

Este tipo de cine se desarrolla en los géneros de documental y drama, siendo este último uno de los más producidos en los postreros años de la filmografía nacional. De acuerdo a los resultados (2010–2018) de la Ley ?108–10 para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana, presentados por la Dirección General de Cine (DGCINE), para el 2018 se estrenaron en el país 23 proyectos cinematográficos dominicanos, de los cuales 13 fueron dramas, y uno de documental.

Poco a poco se ha visto a los cineastas inclinarse por la producción de este cine independiente que no es el más aclamado, ni visto por el público nacional, pero que, sí tiene un mayor impacto a nivel mundial, dado a que sus historias transmiten mensajes con los cuales la audiencia conecta por su gran valor cultural.

El estreno de las producciones de cine independiente tienen escasa permanencia en las salas comerciales y, cuando lo hacen, tienen muy breve distribución en los cines del país. Incluso, muchos de sus directores deciden agotar una extensa agenda en festivales internacionales, donde son nominados y galardonados con importantes premios.

Así lo afirma José María Cabral: “ es mejor ir a festivales no comerciales y luego realizar los estrenos comerciales en el país o donde sea”. También, aclara que los estrenos en festivales no son comerciales, sino que están dirigidos a la industria, al arte y a la crítica.

Desarrollo: luces, cámara y acción

Las cintas independientes se caracterizan por estar realizadas con un bajo presupuesto y una limitada financiación, por incluir en su reparto con actores pocos conocidos por el público y narrar historias con esencia más realista e íntima y, que se alejan de los típicos temas de la industria fílmica comercial.

En la República Dominicana, desde el año 1922, se producen obras que pueden categorizarse como independientes, ya que para esos tiempos no había una industria establecida en la que los dominicanos pudieran apoyarse. El primer producto cinematográfico de ficción fue “La leyenda de la virgen de la Altagracia”, realizado por el fotógrafo y editor Francisco Palau con la colaboración del también fotógrafo Tuto Báez y Juan B. Alfonseca. Esta se estrenó el 16 de febrero de 1923.

Sin embargo, la industria cinematográfica dominicana empieza a ver un camino y un lenguaje audiovisual un poco más definido con la película Un Pasaje de Ida, realizada en 1988 por Agilberto Meléndez. Esta cinta obtuvo premios internacionales en Festivales como el de Huelva, en España y en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en la ciudad de la Habana.

Con el paso de los años el cine dominicano comienza a producir películas de manera más constante, por lo que obtuvo una distinción a nivel nacional por parte del público. Pero no fue hasta el 2010 cuando se promulgó la Ley 108–10 y se estableció el órgano rector de la misma (la DGCINE) que la cinematografía independiente dominicana alcanza un nombre y un lugar en la industria fílmica internacional.

Estas producciones se apoyan en programas y becas nacionales e internacionales, donde a los ganadores se les otorga un fondo para su realización. La “La lucha de Ana”, galardonada con numerosos premios en el país y presentada en diversos festivales internacionales, se realizó con el Programa Ibermedia, que tiene como propósito estimular la coproducción de cintas de ficción y documentales en 21 países iberoamericanos.

También, algunos autores deciden aplicar a los incentivos estipulados en el artículo 34 y 35 que ofrece la ley de cine nacional para realizar sus películas. No obstante, tienen que cumplir con algunos requisitos, como tener por lo menos 70 minutos de película al final, cumplir con los procesos de contabilidad organizados por parte de la casa productora y que los acuerdos legales estén en consonancia con la ley.

Aportes

Gracias a esta ley, el cine dominicano crece y aporta a la economía nacional. Según la DGCINE, para el 2018 la industria cinematográfica aportó RD$3,338,182,003.58 a la economía por el rodaje de 86 productos audiovisuales, mientras que, en el 2019, contribuyó con RD $3,719,267,600.49 generados por 109 proyectos cinematográficos.

Sin embargo, todavía hay personas que dudan del crecimiento de la Industria cinematográfica dominicana, debido a que muchas de las películas independientes que son consideradas como buenas y que envuelven otros géneros y temáticas ajenos a la mal llamada “comedia criolla”, no cuentan con una gran publicidad ni distribución en el país. Por lo tanto, el público solo disfrutará de aquellos productos populistas conocidos como “clavos”, que realizan una mayor campaña de promoción y duran más de dos semanas en el cine.

Según un análisis realizado por Jenny Mercedes Matos, a finales del 2015, sobre el género dramático en el cine comercial dominicano, la comedia es el género predilecto por los dominicanos, con un 39% de aceptación sobre el género dramático (20%). Esto también es lo que se distinguió en el 2019 con la comedia romántica “Que león”, que sobrepasó las 410,000 taquillas en su semana 13 de exhibición.

A pesar de las diferencias que se puedan encontrar, Nicole Quiñones, productora dominicana, afirma que las películas independientes aportan parte del equilibrio que debe tener el ecosistema cinematográfico.

“Si tuviéramos solo películas comerciales, no tendríamos ese sonido internacional a través de los festivales que han ido trayendo estas películas que son independientes (…). Entiendo que es una forma de dar una mirada precisa a la realidad retratada en cada una de esas películas”, dijo Quiñones.

También, comentó que al cine independiente le espera un futuro lleno de crecimiento. Este se visualizará conforme se formen más personas en el campo de la cinematografía, que aspiren a crear piezas de valor que pongan la bandera dominicana en alto.

Cristina Meléndez es estudiante de Comunicación Social y Medios Emergentes en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec). Este artículo forma parte de las prácticas realizadas en la clase de Periodismo Digital.