Don Tomás

Mientras observa a su nieto jugando, el abuelo Don Tomás todavía recuerda con alegría los juegos de su niñez.

Gracias a esas memorias, como por arte de magia, vuelve a tener 13 años y los dolores de la vejez se alejan.

En lo que Juliancito juega, Don Tomás vuelve a ser niño. Regresan los tiempos en los que el país vivía bajo una terrible dictadura. En los que no se podía pronunciar la palabra libertad.

Pero aunque esa palabra no se pronunciaba los niños sí podían ser libres. Lo eran cuando jugaban Al Son Molinero, cuando todos se sentaban formando un círculo. Mientras que uno de ellos, “el molinero”, empezaba a cantar:

“Al son, al son, al son molinero, cada uno atienda a su juego, y de su juego al novicio, cada uno atienda a su oficio”.

¡Qué momentos aquellos!

¡Incluso podía escuchar los chillidos de alegría de sus compañeritos!

¡Cuánta alegría! ¡Cuánta dicha!

Recuerda cuando jugaban Se Muere Perico, a Policías y Bandidos, La Candelita, La Vuelta a la Manzana y El Burro.

¡Qué agilidad tenía en ese entonces!

Sus manos no temblaban, sus rodillas eran fuertes y su visión perfecta.

Recordaba cuando corría y luego brincaba por encima de Manolito, José Luis e Hipólito y los demás niños le seguían en fila, mientras que Don Tomás, en ese entonces Tomasito, le ganaba a todos.

En lo que Juliancito juega, Don Tomás recuerda buenos momentos. Tiempos de gloria y dicha. Por eso, de repente, se para de su silla, abandona el bastón y con él, la pesadez de los años.

En lo que Juliancito juega, Don Tomás se le une. Vuelve a ser niño otra vez.

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