Se les nombra con la misma palabra con que designa a la eternidad: Ángeles
No tienen historia ni conservan noticia o palabra alguna del pasado. Son muy altos y algo en sus maneras los hace diferentes. Entre ellos exaltan lo que llaman saber. Nada admiraran más que la grandeza y, ciertamente, la idea que de ella se hacen es muy prominente. Es difícil determinar que ha podido salvar hasta ahora, en ellos, una grandiosa capacidad de devoción.
Así viven, entre nosotros, desde el principio de los tiempos, ocultando una paternidad que solo a ellos pertenece, única y total, capaz de atesorar noches y días, luciérnagas y esplendores solares, las múltiples formas de los bosques, el hombre herido, el mudo ardor secreto del amor; toda la tierra.
Antiguas leyendas y libros sagrados hablan de ellos y refieren, sino su origen, que nadie conoce, si la sospecha terrible de que nos sobrevivirán cuando todo haya terminado. Se les nombra con la misma palabra con que designa a la eternidad: Ángeles.