Ajedrez y políticos

Desde que nació como un juego de guerra hace alrededor de 15 siglos, el ajedrez ha sido practicado por numerosos políticos de todas las épocas y se cuenta que entre otros, el Emir Abderramán II (Toledo 792–Córdova 852) era gran aficionado al juego ciencia. Y así, hasta nuestros días, se incluyen al actual presidente estadounidense Donald Trump y al ruso Vladimir Putin, un ferviente jugador muy familiarizado con los ajedrecistas de su país.

El ajedrez se ha relacionado con la mejora de las habilidades cognitivas de las personas y con los paralelismos entre las maniobras de los trebejos en una partida y las estrategias para asumir conflictos políticos, económicos y empresariales. Jugar al ajedrez no es sinónimo de ser buen presidente, aunque no deja de ser un dato significativo que muchos presidentes en todo el mundo han sido aficionados al juego de las torres y los alfiles. Es muy probable que los beneficios del juego ciencia favorecen a un político a considerar sus decisiones ante las diversas circunstancias que se presentan entre sus tareas cotidianas.

En la política el factor tiempo es importante para tomar decisiones sobre la estrategia a seguir en diferentes situaciones. Pero si a la facultad de trabajar bajo la presión del tiempo, sumamos una buena memoria y control emocional, un correcto sentido de empatía y adaptabilidad, saber manejarse con transparencia e iniciativa y trabajar en equipo para lograr una mejor colaboración entre el personal que le rodea, pues el distinguido político está en condiciones de desempeñar con excelencia su función. Esas facultades las aporta el ajedrez a sus practicantes.

Táctica, estrategia, sentido del espacio, iniciativa, cálculo, previsión y cordura, son elementos que afloran en una partida de ajedrez, donde además, se debe prestar atención a cada movimiento. ¿Acaso esos fundamentos no los debe tener en cuenta un buen político o gobernante?

Grandes aficionados al ajedrez fueron Iván IV Vasílievich, llamado Iván el Terrible (1530 -1584), principal creador del Estado ruso; el Emperador francés Napoleón Bonaparte y Benjamin Franklin, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos. Asimismo, Felipe II Rey de España en el siglo XVI, Abraham Lincoln, ex presidente de los Estados Unidos, Simón Bolívar, militar y político venezolano, Vladimir I. Lenin, político comunista ruso y Muamar el Gadafi?, militar y político libio.

Thomas Jefferson, presidente de los Estados Unidos de América, entre 1801 y 1809, aprendió tarde a mover los trebejos, pero se entusiasmó tanto que leyó varios libros sobre el tema y en sus visitas a París asistía a su famoso Club de Ajedrez

Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria de Cuba, 1819 - 1874, fue un gran apasionado y el primero en traducir del francés al español las 26 reglas primarias del ajedrez, del libro Leyes del juego de ajedrez, del maestro La Bourdonnais. Momentos antes de su caída en combate Céspedes estaba jugando ajedrez.

Cuando en 1972, en momentos cruciales de la guerra fría de Occidente y la Unión Soviética, iba a disputarse el match del siglo entre el soviético Boris Spassky y Robert Bobby Fischer, el secretario de Estado del entonces Presidente estadounidense Richard Nixon, Henry Kissinger, alentó al norteamericano con inusuales tambores de guerra: “eres nuestro hombre contra los rojos”.

Frases de políticos sobre el ajedrez

-El Ajedrez hace al hombre ser más sabio y ver más claro. (V. Putin, Político Ruso)

-El Ajedrez es un juego útil y honesto, indispensable en la educación de la juventud. (S. Bolívar)

-Si un gobernante no entiende al Ajedrez, ¿Cómo puede gobernar él un reinado? (Rey Khusros II, Persia)

-El Ajedrez es un juego sin par; regio e imperial. (N. Bonaparte)

-La vida es como el Ajedrez, con lucha, competición y eventos buenos y malos. (B. Franklin)

-El ajedrez es una gimnasia mental. (Vladimir I. Lenin)

-El ajedrez constituye un medio eficaz para la educación y formación del intelecto del hombre. (Ernesto Guevara)

-Nosotros jugamos póquer; ellos juegan ajedrez. (John F. Kennedy en un discurso sobre las diferencias entre Estados Unidos y la Unión Soviética en plena guerra fría).