De ajedrez y reguetón
Hace unos días falleció en La Habana, Cuba, un popular intérprete del reguetón y a raíz del lamentable acontecimiento, otro amante de esa cadencia musical se le ocurrió, en una gran muestra de originalidad delirante, la idea de proponer que se declarara Dia del Reguetonero la fecha de muerte de su colega. Entonces las redes sociales explotaron con diversas opiniones, pero las principales se cuestionaban si no era mejor en todo caso, establecer el día de Celia Cruz o de Benny Moré, del Trío Matamoros o Tres Patines, entre otros verdaderos artistas famosos y apreciados en muchos países, incluyendo a la República Dominicana.
Por lo general los llamados cantantes de música urbana y reguetón dejan mucho que desear por ciertas letras obscenas de sus composiciones, los gestos desagradables que exhiben en escena y por el mediocre lenguaje de los que apenas pueden hilvanar ideas con una coherencia entendible. Y es que en cualquier parte surge un valiente que se sube al escenario y se auto define cantante aún sin conocer los principales signos musicales o saber leer un pentagrama.
Tal parece que el nivel educacional promedio de estos cantantes es muy pobre, o al menos eso es lo que demuestran con su música y el quehacer diario. Lo penoso es que aún con esas deficiencias personales, mantengan cautivo a un grupo poblacional como prueba de una tangible inversión de valores de la sociedad.
Pues abordando el tema de la mediocridad de alguna música actual, se me ocurre comparar cantantes con ajedrecistas o aspectos del juego ciencia, dando rienda suelta a la imaginación y guardando diferencias por tratarse de dos actividades distintas, pero no obstante sin olvidar, que el ajedrez también es un arte y que los conocedores del interesante juego pueden fehacientemente comprender los siguientes ejemplos:
-Se puede relacionar a Elvis Presley con Robert Bobby Fischer, dos estrellas que dominaron el mundo, famosos, únicos y excéntricos.
-La inmensa Celia Cruz y el genial José Raúl Capablanca, talentos distinguidos por su prestigio y arte, cada cual en su mundo.
-The Beatles y Gary Kasparov son íconos de calidad superior por sus imperecederos aportes a la música maravillosa y al ajedrez brillante, respectivamente.
-Presenciar un espectáculo de la banda Tierra, Viento y Fuego es como disfrutar de una grandiosa combinación de Mijail Tal.
-Escuchar una salsa de Oscar de León es igual que deleitarse viendo la famosa partida a la ciega de Pablo Morphy en el teatro de la Ópera de Paris contra el Duque Brunswick y el Conde Isouard.
-Las actuaciones de Magnus Carlsen, Campeón Mundial en tres especialidades del ajedrez, son tan formidables como las presentaciones de Aretha Franklin, la Dama del Soul, una de las artistas más influyentes en la música contemporánea.
-Un contagioso son del Trio Matamoros es similar a rematar una partida con un sacrifico de dama. Jamás se olvida.
-Escuchar a la extraordinaria Amy Winehouse recuerda la creatividad del admirable excampeón mundial Alexander Alekhine.
-La armonía en las partidas de Anatoli Karpov es comparable al ritmo bien estructurado de las bachatas de Juan Luis Guerra.
-El estilo universal de Boris Spassky es una evocación a la admirable voz de Frank Sinatra.
-Música de reguetoneros: partidas que se recuerdan por sus graves errores desde la apertura hasta el final.