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Poesía

Retazos del otro, de Pablo Reyes

Al leer este poemario he recordado la publicación mi primer libro: “Cuaderno de Condenado” en 1986. Creí ser un poeta maldito. Pero el tiempo ha desmentido mi antigua pretensión. Si realmente se es, entonces, la literatura se paga con una vida maldita. Ya no en el texto, sino que para producirlo hay que vivir desde este punto de vista. Vida y mal van de las manos. No se puede disfrutar del mal sin sentirlo. Cada poeta escribe su perspectiva de sentido dentro de un marco situacional. Si algo tienen los poetas malditos es su autenticidad. La crítica es vivencial y radical desde el mismo fondo de la existencia.

Retazos del Otro es un poemario sórdido que exalta la parte mórbida de la vida, y éste se apresura a contarnos las manifestaciones del mal fragmentariamente desde un abalorio de influencias. Incluso cada verso se constituye un fragmento yuxtapuesto donde el lector debe ordenarlo en una superficie semántica para saborearlo metafísicamente. Entrar en esta atmósfera es un acto de abandono.

En el fondo, este poemario, busca el resabio, la rebelión y la exaltación hasta explorar una intención de incomunicación. No hay que hacer mucho revuelo para lograr el silencio. Si, por el contrario, se intenta representar éste con la muerte, entonces, tenemos una muestra interesante, pues suprime toda comunicación. La muerte clausura, no sólo al otro, sino a quien emite el mensaje. Entonces, el mensaje sigue emitiendo sentido. ¿Cuál es el mérito de la incomunicación? ¿Para qué zozobrar tanto? Deberá tener un propósito. Si nos atenemos al Verbo, entonces, hemos de arrebatar lo más apreciado: la creación. “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada.”(Primera de Juan versículos del 1 al 3)* La carne no puede suprimir al Verbo. Una trampa ilusoria. Lo que podemos lograr es destazar la carne hasta el alucinante vestigio que el dolor asienta en la existencia. La abolición no es del Verbo, sino el cuerpo como un escupitajo del espíritu. Puede justificarse filosóficamente y es una explicación desde cierta perspectiva, aunque nos llevará al aciago sentir nihilista. La vida no es fragmentaria, por el contrario, totalidad.

Es de advertir que los sueños salen de nuestros instintos como necesidad de poder, en igual medida nuestras fragilidades. Nadie está preparado para la muerte. Quizás brindar fantasías donde jugamos a ser dioses.

Las referencias, en el poemario, sirven para orquestar los poemas: Una Temporada en el Infierno (Rimbaud), Pedro Páramo (Comala), Gabriel García Márquez; personajes de la mitología griega (Prometeo, Zeus…), Juan Carlos Onetti (Dr. y la Enana). El antiguo Testamento entre otras. Todas ellas como intertextualidad.

De Retazos del Otro me intriga el aspecto de la otredad. Un mundo como espectáculo del otro, no del individuo, sin embargo, la muerte no tiene acepciones. Su democracia es absoluta. La presencia se verifica en el otro, para cuando le llegue al yo, no habrá forma de enunciarla.

Pablo Rojas se embarcó en un proyecto donde la auténtica vida del maldito tiene sus prolegómenos en la biografía.

“Versión de Rimbaud hocicando luases.”

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