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Cuando pase el dembow

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Ángel García SalazarSanto Domingo

Con frecuencia hablamos, pero no nos comunicamos, caminamos pero no avanzamos, miramos apenas lo que está al alcance de nuestra vista, sin pensar en todo lo que se oculta detrás del horizonte.

Frente a todos los males, tenemos una inmensa gama de excusas que los justifican. En República Dominicana son tantas que hasta hemos llegado a pensar que se trata de verdades absolutas. Si violamos alguna norma o ley, es probable que pensemos que una de estas frases nos absuelve: “soy padre de familia”, “estoy desempleado”, “esa es nuestra cultura”, “siempre ha sido así” y la que nunca pasa de moda, “yo no sabía”.

Tomar unos segundos antes de hacer lo incorrecto, pensar en que podría hacerse de otra manera; requiere desempacar las neuronas, ponerlas a pensar y al parecer ese no es un deporte con muchos fanáticos en esta sociedad.

Los dominicanos, en su gran mayoría, sentimos una asombrosa atracción por lo fácil y lo rápido, hasta el grado de excluir de nuestra agenda todo lo que nos resulta complicado y lento. Tareas y deberes que nos corresponden realizar por el solo hecho de ser ciudadanos, se las dejamos a los profesores, al sacerdote, a la prensa, o a la clase política. La idea es que otro piense por nosotros, estamos muy ocupados para ello.

Como si ya no estuviéramos bastante distraídos, a diario nos llueven los distractores sociales; es así como se masifican las bancas de lotería, las deportivas, los drinks y esos difusores de la banalidad que ahora llaman influencers.

Las canciones que no dicen nada se viralizan en cuestiones de segundos, mientras las de buena letra mueren en el zafacón de una de esas emisoras que dicen ser mortal y bakana.

Quizás nuestros males no sean eternos, tal vez cuando acabemos con la demagogia podamos escuchar las propuestas, cuando dejemos las excusas encontrar soluciones o despertar…cuando pase el dembow.

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