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Un fantasma recorre el arte

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Ángel Alonso DolzAsturias, España

El cine ha posibilitado a todos los estratos de la sociedad confluir en el acceso a un espectáculo de masas único, donde se reune un conjunto de manifestaciones de la cultura que ha sido su mayor virtud.

De atracción para curiosos en sus primeros años, fue capaz de llenar el vacío que el teatro y la literatura limitaban a los más amplios sectores de población carentes de recursos; tras un proceso de transición que aún no termina, la cinematografía llegó a ser también una fuente de enriquecimiento cultural, un transmisor de conceptos e ideas, un revelador de aspectos de la historia universal, local e individual y un gran maestro que nos enseña a pensar.

Hasta pasada la primera mitad del Siglo XX se produjo una competencia entre el cine europeo, el de América Latina y el norteamericano representado por la hegemonía productora de Hollywood; mas toda la realidad cambia cuando transita a través de esa dialéctica en espiral que se mueve con el tiempo; hoy puede entenderse que la “fábrica de sueños” estadounidense no mantiene su hegemonía universal, ni en el resto de los países se dejan de producir películas a partir de los tantos estereotipos que dominan las pantallas, sin que ello se óbice para que se realicen cintas de valor.

Si el cine en décadas atrás logró incrementar la capacidad de análisis y la cultura general de los espectadores, hay que preguntarse hacia dónde nos conducen esas nuevas películas de hoy, en las que mientras más parafernalia se diseña menos contenido subyace en los argumentos para despertar el sentido crítico. En las transformaciones que implican variaciones de contenido y de forma, tienen un rol predominante el desarrollo y la proliferación de nuevas tecnologías; de las cintas de celuloide a las de acetato y luego a los soportes digitales ha llovido bastante; por supuesto se han abaratado costos de producción y los procesos se realizan en mucho menos tiempo, sin embargo los factores cualitativos -ideas, estética, cultura en general- se van diluyendo sin que apenas los espectadores lo perciban en lo consciente.

Cuesta trabajo entender que una buena parte de las presentes generaciones, con mucho mayor desarrollo educacional que las predecesoras, hayan ganado en conocimientos para utilizar instrumentos sofisticados y al mismo tiempo han perdido en capacidad de análisis y percepción del mundo real de su contexto físico. Las nuevas tecnologías se dominan en tanto éstas ejercen un control que crea dependencia; no es lógico negar el desarrollo, siempre que éste no imponga límites al aspecto cognoscitivo del ser humano.

Estamos ante un fenómeno de ciencia ficción que se materializa a toda velocidad y es el de la Inteligencia Artificial sustituyendo a la persona; el séptimo arte como instrumento para hacer avanzar la cultura de los espectadores está cediendo a la técnica que lo arrincona hasta ahogarlo; disponemos de equipos para lectura de libros, podemos ver películas en un smartphone o un tablet, se puede jugar ante una pantalla de ordenador como también en un televisor inteligente... lo que parece muy difícil de alcanzar es que los seres humanos piensen, razonen, reciban a través de esos intrumentos de la vida moderna valores tan positivos como lo fueron los libros en papel y las películas con actores y actrices que representaban una realidad por medio de la ficción.

Si observamos el mundo que nos rodea a partir de nuestro propio entorno social más cercano, nos daremos cuenta de que puede suceder que seamos mejores o peores, según la óptica conque nos acerquemos a los nuevos instrumentos que tenemos delante; perder de vista la lectura de libros de la literatura universal y nacional, dejar a un lado aquellas películas donde se representan conflictos de diversa índole que requieren un razonamiento por parte del espectador, es como echar a andar en un vehículo que solo tiene marcha atrás; la Humanidad ha superado muchas barreras desde los tiempos prehistóricos, retos y obstáculos que no han desaparecido del todo, sino que han cambiado de sentido y de forma.

Sería lamentable que un arte de artes como es el cine, sucumbiera ante lo digital para volver a ser un espectáculo de feria; los que vengan después de nosotros nos juzgarán y no perdonarán.

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