El vicio del billar llevado al cine

El audaz” o “El buscavidas”(1961) son los títulos en español de esta película norteamericana, mejor conocida como “The Hustler” y protagonizada por Paul Newman, Jackie Gleason y George C. Scott.

Su estreno hizo que el juego del billar tuviera un renacer en distintas partes del mundo, al ver a estos personajes enfrentándose en un duelo sin cuartel, con jugadas magistrales que dejaban al espectador maravillados por las combinaciones y la magia de utilizar el taco contra las bolas.

Sin embargo, más que una trama de un juego en particular, lo que subyace es una ambientación sombría sobre el triunfo y el fracaso de un individuo que no posee límites para poner punto final en el momento que debía hacerlo. En el duelo por el cual se enfrenta nuestro protagonista Eddie Felson (Paul Newman) contra el famoso “Minnesotta Fats” (Jackie Gleason), aquel no logra controlar sus emociones, y unido a esto, el elemento de la bebida alcohólica y su juego incontrolado, hacen posible que nuestro afamado Eddie no puede mantener ni sus reflejos ni una concentración especial, lo que da al traste a lo que pudo haber sido el vencedor.

Ahora bien, porqué siendo Eddie un jugador con habilidades extraordinarias no logra vencer a su oponente? La respuesta habría que buscarla dentro de su interior, en creer en uno mismo y mantener un objetivo sin desviarse. Cuando la confianza, la disciplina y el carácter se conjugan, deberá salir un vencedor porque se mantiene dentro del carril que le llevará al triunfo; de lo contrario, obtendrá el fracaso y la pérdida del prestigio.

La fotografía de la película es espectacular, donde se conjugan diferentes tipos de planos y movimientos de cámaras, que hacen del espectador, seguir las distintas jugadas como si participara en ella o estuviera presentes en el juego del billar.

Cada una de estas jugadas presentadas, me recuerdan al gran maestro del billar dominicano, el Ing. Miguel J. Terc que era un indiscutible genio del arte de manejar un taco, y realizaba jugadas que pudieran parecer imposibles. Es lo que uno pudiera decir viendo a estos virtuosos como si bajaran del Olimpo a jugar con los mortales.