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Fabio Herrera Cabral: Un banilejo que dedicó su vida al servicio del país

Servidor público. Don Fabio Herrera Cabral fue también un infatigable lector.

Servidor público. Don Fabio Herrera Cabral fue también un infatigable lector.

Sus apellidos son el reflejo de la ascendencia de una familia banileja destacada. Periodistas, comerciantes, historiadores, educadoresÖ notables ciudadanos que marcaron una impronta en la historia banileja, adoptada como nacional.

Sus amigos le apodaban “Fabito”, era el mayor de ocho hermanos. Otros le decían “Don Fabio”, tenía el mismo nombre que su padre: Fabio F. Herrera Echeverría. La provincia sureña, donde han surgido grandes literatos, servidores de la Patria e intelectuales, lo vio nacer el 2 de marzo de 1908.

Su interés hacia la vocación de enseñar y servir se manifestó a sus 21 años, al graduarse de maestro en la Escuela Normal Superior de Santo Domingo. Un año más tarde se graduó de Agrimensor Público en la vieja Universidad de Santo Domingo (USD).

Funciones y cargos Inició una vida al servicio público en la década de 1930, ocupando diversos cargos consulares. Estuvo a disposición de su pueblo y tierra natal Baní, entre 1954 y 1958 como síndico; y gobernador de Peravia en 1961, año en el que también, se desempeñó como subsecretario de Estado de la Presidencia durante el efímero gobierno de Joaquín Balaguer, y en el Consejo de Estado (1962-1963).

En Baní se opuso al proyecto de convertir las tierras fértiles y de crianza de Matanzas en un cañaveral. Esa oposición le costó la destitución como sindico del pueblo.

Fabio Herrera fue el primer gobernador de la Provincia Julia Molina, hoy María Trinidad Sánchez, designado a este cargo por Trujillo; se destacó en las labores de socorro cuando siendo durante su gestión, hubo un maremoto 1946, que borró a Matancitas, de Nagua.

Durante la administración de Donald Reid Cabral, en el periodo del Triunvirato, fue secretario de la Presidencia (1963-1964), y subsecretario, cuatro años más tarde (1968).

Entre 1969 y 1974 fue embajador en Argentina y concurrente en Paraguay. En 1975 se desempeñó como embajador adscrito a la Cancillería con rango de subsecretario de Estado, encargado de Asuntos Económicos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, o Departamento de Asuntos Haitianos de la Cancillería. Así, como canciller interino (1986-1994) y miembro permanente de la Comisión Nacional de Fronteras (1982-1984). Ocupando funciones de alto rango, se considera que por su experimentada sabiduría, Fabio Herrera desempeñó sus labores en los gobiernos del Consejo de Estado, Juan Bosch, el Triunvirato, Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco y otros.

Después de haber sido representante nacional dominicano en Panamá, Argentina y Uruguay, finalizó esta etapa profesional en España, último territorio extranjero en el que asumió la función de embajador (1994 y 1996).

Los Herrera Cabral y su pasión literaria Francisco, uno de los hermanos de Fabio, tenía una librería especializada en textos universitarios entre los años 60 y 70. Su padre, Fabio Florentino Herrera Echavarría, también contaba con un establecimiento comercial de este tipo, manejado y atendido por su hermano Rafael, director histórico del Listín Diario.

Ejerció su vocación por la enseñanza hasta 1993 impartiendo docencia universitaria. Hacer mención del semanario “Ecos del Valle”, es citar la preservación de la historia banileja, de la región e incluso del país. Fabio se desempeñó inicialmente como director de este periódico; además fue corresponsal, agente y columnista de El Caribe, también escribió para el periódico Hoy.

Un adiós no es eternidad. A pesar de que el corazón de Fabio dejó de latir hace 13 años, sus memorias y su impronta permanecen.

“El presente de mi pasado” fueron las líneas que redactó en sus últimos años de trabajo para una autobiografía que aún espera ser publicada.

Veinticuatro horas antes de partir de esta tierra, Fabio dictó a su hija Altagracia Herrera, el que sería su último artículo publicado en el periódico Hoy, titulado “Tu est Petrus”, dedicado a los jóvenes. Esta es la introducción: “Tu est Petrus y sobre esta piedra edificaré mi iglesiaÖ y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mt 16,18a; 19b). Estas palabras que sonaban extrañas para los que las escucharon de labios de Jesús, cobraron vigencia enorme y posibilidades insospechadas cuando después de unos dos mil años de haber sido pronunciadas ante un grupo de humildes pescadores a orillas del lago de Galilea, los gobernantes y los hombres y mujeres ilustrados del mundo entero acudieron a Roma y los que no pudieron estar allí se quedaron con los ojos pegados a sus pantallas de televisión para despedir al último de los que se han sentado en la piedra que Jesús le había señalado a San Pedro, el primer Papa...”.

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