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Cine

Michel Legrand, energía y fantasía

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Ángel Alonso DolzAsturias, España

El compositor y pianista Michel Legrand -más que francés universal- ha dejado en silencio al piano; su batuta resposa dentro del estuche y ahora están en blanco sus nuevas partituras; sin embargo persiste su obra imperecedera, permanece ahí tanto para grandes públicos como para los más exigentes melómanos en grabaciones y películas.

París y el universo se conmovieron por su deceso el pasado 26 de enero, a pocas semanas de cumplir los 87 años de una vida extensa en el tiempo y fructífera en su legado, un camino recorrido para significar un hito en la historia de la música contemporánea.

El disco de larga duración “I Love Paris” (compositor Cole Porter, LP Columbia, 1954) fue su despegue al frente de su propia orquesta; ese punto de partida alcanzó notable éxito y le permitió adentrarse en el mundo del jazz donde fue respaldado por talentos como Miles Davis, uno de los grandes músicos que le abriría el camino, para trabajar con estrellas de la talla de Perry Como, Neil Diamond, Frank Sinatra, Ella Fitzgerald, Aretha Franklin, Ray Charles y muchos otros.

Entre 1955 y los inicios de la década de los años 60, comienza a introducirse en el ámbito cinematográfico, en los primeros intentos con una cierta timidez, que se rompe en 1962 con la música para el filme “Cleo de 5 a 7” de la realizadora Agnès Varda y “Vivir su vida” de Jean-Luc Godard.

Nada iba a obstaculizar la continuidad de su prolífica carrera musical en el cine; Michel Legrand ya había comenzado a enriquecer con sus aportes las bandas sonoras y en 1963 alcanzó un primer clímax con una cinta musical que trascendió como un clásico del Séptimo Arte: “Los Paraguas de Cherburgo”, un filme que rompió esquemas al transformar los diálogos en canciones realizado por Jacques Demy; entretanto el compositor no cesaba de crear, incursionaba en el cine documental y de ficción, hasta que en 1967 vuelve a saborear el éxito con otra cinta de Demy: “Las Señoritas de Rochefort”.

Ese nuevo filme salió a las pantallas con el estilo de realización de “Los Paraguas de Cherburgo”.

En cuanto a lograr el proyecto de esas películas, Legrand comentó en una ocasión que el director de cine y él tuvieron que esforzarse muy en serio para lograr la producción de ambas y no es de dudar; los productores esgrimían el criterio de que remedar conceptos establecidos para el teatro lírico, aplicados de cierto modo a una obra cinematográfica no obtendría buenos resultados; se expuso el argumento de que la ópera, por ejemplo, es una manifestación artística elitista, en la cual se requiere que el espectador posea determinada formación y sensibilidad mientras un público heterogéneo, ese que ocupa una butaca en el cine, no podría soportar una película donde los diálogos fueran cantados; por suerte la taquilla demostró que el compositor y el cineasta, artistas al fin, confiaron y ganaron.

Una película que marcó época en la carrera del compositor y director orquestal es “El Caso de Thomas Crown” (1968) dirigida por Norman Jewison con las actuaciones de Steve McQueen y Faye Dunaway, cuya trama presenta al ejecutivo de un banco que logra sustraer varios millones de dólares; un robo en apariencia limpio y sin dejar rastros, que tropieza con un escollo cuando interviene un investigador que no confía ni en su propia sombra.

Fue el compositor de bandas sonoras Henry Mancini quien recibió al músico francés a su llegada a Hollywood en la segunda mitad de los años ´60; lo primero que hizo fue ofrecerle a éste su respaldo ante Norman Jewison y el editor Hal Ashby para que le propusieran acometer el diseño de la música para “El Caso de Thomas Crown”; la condición fundamental -que por norma exigía Legrand- era ver un filme antes de decidir si asumiría o no el trabajo de composición y fue aceptada, pero para sorpresa de éste, la película tenía una duración de cinco horas, algo inusual para su tiempo y también ahora.

Michel Legrand no las tenía todas consigo, pero decidió soportar todas las secuencias del filme, una tras otra hasta el final; lo inimaginable del asunto es que Jewison y su editor le confesaron que no tenían idea de cómo podrían hacer el trabajo de montaje, a lo que el músico respondió que si se le permitía, sería su música el hilo conductor para llevar a término la edición final con el metraje tradicional; aceptada la propuesta, el compositor pidió seis semanas para lograr una banda sonora para una cinta de hora y media de proyección.

Legrand comentó que esa tarea le había obligado a trabajar día y noche, un mes y medio diseñando la música a partir de recordar las imágenes; así, plasmó su banda sonora sobre los pentagramas, procedió a la grabación con orquesta y se editó la película; un método que no tenía precedentes y solo excedió en apenas 12 minutos el tiempo en pantalla que se había propuesto.

Este filme le hizo ganar en 1968 su primer Oscar a la Mejor Canción Original, el tema seleccionado por la Academia de Hollywood fue “Los Molinos de tu Mente” (The Windmills of Your Mind); más tarde -1971- se le concedía otra estatuilla de oro por la banda sonora de “Verano del ´42”, encantadora cinta del realizador Robert Mulligan que se desarrolla durante un verano, en plena guerra mundial, en una isla donde un adolescente sueña con su primer encuentro íntimo con una mujer, mientras ella espera con ansias el regreso de su marido, combatiente de las tropas aliadas.

El tercer Oscar de Michel Legrand llegó con la música que había compuesto y orquestado para la cinta “Yentl” (1983) una pieza cinematográfica de valor, dirigida, co-escrita y protagonizada por Barbra Streisand, cuyo argumento tiene como escenario y época un país de Europa oriental y personaje central a una joven judía, cuya religión le prohibía aprender mientras ella soñaba con desarrollar su intelecto; esto ella solo podía lograrlo haciéndose pasar por varón y así ingresar en una escuela de su credo.

En diversos periplos internacionales el célebre compositor, intérprete y director visitó el Caribe, en particular Cuba, donde fue aplaudido en varias ocasiones una de ellas trascendental, por haber acontecido durante el Bicentenario de la Revolución Francesa; en esa ocasión fue ovacionado por el proyecto “Concertoratoria”, una obra magna dedicada a conmemorar la Declaración de Derechos del Hombre.

En “Concertoratoria Michel Legrand se concentró en el piano, en tanto la dirección orquestal estuvo a cargo de la profesora Zenaida Castro Romeu; fue el 10 de diciembre de 1989, en el contexto del Festival Internacional de Cine de La Habana y tuvo extraordinaria acogida, no solo por la música instrumental, sino también por las interpretaciones de solistas líricos y tres agrupaciones corales.

Dentro de lo más reciente de sus creaciones está el “Michel Legrand Trío”, un espectáculo desarrollado en el año 2016 con él al piano, Pierre Boussaguet en el contrabajo y François Laizeau en la batería; sin pecar de extravagancias el Maestro fue un genio que hoy y después seguirá muy presente, cuando a nuestros oídos llegue cualquiera de sus muchos temas musicales.

Jacques Demy (“Los Paraguas de Cherburgo”) ha comentado a raíz de la desaparición física de Legrand: "El buen humor, la melancolía, la energía y la fantasía fueron alternativamente sus inspiraciones"

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