Literatura
Limo, de Néstor Rodríguez
¿Qué marcas deja el desasosiego de una experiencia infrecuente, la desazón de un acontecimiento que sobrevive en la memoria? En 'Limo', el nuevo poemario del dominicano Néstor E. Rodríguez (1971), se encaran estas preguntas desde múltiples ángulos con el acento sobrio y agudo que el poeta había definido en su libro anterior: El desasido (2009), publicado en México por El Billar de Lucrecia.
'Limo' aparece en edición bilingüe bajo el sello de la editorial OrganoGrama de Rio de Janeiro. La elegante traducción al portugués es obra de los poetas brasileños Lucas Viriato, Alexandre Bruno Tinelli y JoaÞo Moura Fernandes.
Los poemas de 'Limo' remiten a la persistencia del recuerdo, no como acontecimiento a expiar a través de la escritura, sino como saber que se incorpora a la memoria. El motivo del desplazamiento es el que sobresale al amparo de estas coordenadas, ora a la luz de la movilidad geográfica (Puerto Rico, Canadá, Europa) o bien bajo el imperio de "los afectos y las equivalencias".
El vocablo rotundo, y sus variantes, adquiere en el conjunto un carácter reiterativo que contribuye a marcar el ritmo de la lectura al tiempo que adelanta una revelación: "Al atrapar un gorrión/ hallé mi propio peso/ la rotundidad de mi peso/ engulléndome/ en una espiral de asombro".
En la valoración incluida a modo de exordio, Alfredo Fressia identifica esta peculiaridad del tercer poemario de Rodríguez como "la mirada que construye el objeto mirado y el objeto que da luz y sentido a nuestra mirada". Mas esa mirada identificada por el poeta uruguayo comporta a su vez una escucha; a ella procura aproximarse el sujeto de estos poemas con una expresión que recuerda en su profundidad a la de la poesía de José Watanabe y Reina María Rodríguez.
Hay que seguirle la pista a este autor que escribe a caballo entre múltiples geografías y tradiciones. Rodríguez se nutre de estos desplazamientos personales y estéticos para producir una poesía algo distante de la de sus contemporáneos en la República Dominicana, aunque marcadamente caribeña en su ritmo y motivos temáticos.
Muestra de poemas de Limo:
El servidor de misterios
Al atrapar un gorrión
hallé mi propio peso, la rotundidad de mi peso
engulléndome
en una espiral de asombro.
Ya no vendrás a Albión
Ya no vendrás a Albión,
en donde el limo
se adhiere a la piedra
con una gracia macabra.
Esas catedrales
nada te dirán,
ni las calles
imaginadas con esmero.
La opacidad es aquí
materia cotidiana,
se cuela por las hendijas
en millares de partículas
hasta cubrirlo todo.
También los cuerpos
arrastran sin saberlo
los matices de un barro ancestral.
Pero, contra toda esperanza
de reconquista,
hay destellos de claridad
despabilando la grisura
de los campos.
Liquen y piedra
La piedra calla.
Sabe que en el empeño del liquen
se esconde un drama atroz.
No está claro
si rehúsa esa cercanía
o bien la propicia
en una imperceptible danza.
Año bisiesto
Aunque no se advierta su caudal,
afuera palpita el río.
La corriente que lo nutre
tienta el trajinar del método,
la material salinidad
de los propósitos.
El Danubio abraza Regensburg
con el agua
de un febrero bisiesto.
Qué convite el que acciona,
qué asomo de luz
entre el limo compacto
de su errancia.