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Cine/Crítica

Venom: Aromas del Cómic

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Ángel Alonso DolzGuijón, Asturias

Una película puede ser buena o mala, eso depende de la óptica objetiva conque se analice, pero al margen de sus cualidades y defectos, existe un factor determinante para que tenga éxito, y no es otro que esa apreciación que comúnmente denominamos “gusto”, algo en lo que influye de manera determinante la educación y en particular la cultura cinematográfica que haya adquirido una persona durante su vida.

Siempre niños, jóvenes y por supuesto muchos adultos, han vivido adaptándose a una influencia cultural que depende de los medios, es decir, décadas atrás fueron las historietas ilustradas y en el presente los juegos interactivos; en el mundo de hoy, buena parte de la sociedad -sin discriminación por edades- puede responder a preguntas acerca de personajes, historias y contextos inherentes a lo que medios impresos o digitales les han puesto delante, y por qué no, lo llevan arraigado en su psiquis.

No significa lo anterior que formarse una idea del mundo a partir de la lectura de un cómic, o a través de juegos difundidos en soportes tecnológicos constituya un error; el fallo aparece cuando se aparta del interés de la persona el acercamiento a la literatura, a las obras artísticas en general y por supuesto al arte cinematográfico.

Este año uno de los filmes estrenados en cine y vídeo es “Venom”, algo parecido a una historieta gráfica filmada, que salta de la imprenta para ser interpretada por actores, en escenarios naturales y digitales; desde luego, es una aventura más que tiene sus orígenes en Marvel Comics y en personajes concebidos dentro de esa firma productora. Catalogar esta cinta como buena o mala es factible, porque como toda película tiene en ese sentido tela por donde cortar y en cuanto al concepto de “gusto”, por supuesto, sin dudas tiene un caudal de espectadores garantizado, a partir de que los actores representan a figuras que han trascendido junto al famoso Spider-Man, como si fuera poco.

Ruben Fleischer (1974) es un director de cine y vídeos musicales estadounidense, quien a la vez ha venido desempeñándose como productor cinematográfico y de televisión; inició su carrera como director de videos musicales y publicitarios para la TV; su primera película de largometraje fue “Zombieland” (2009); luego prosiguió con la cinta“30 minutos o menos” (2011) y más tarde, en el año 2013, puso en pantalla el filme de acción policial “Gangster Squad”.

Su último filme es “Venom”, del 2018, cuyo protagonista es Eddie Brock, una figura del cómic creada por la firma Marvel, rol de una especie de “héroe-antihéroe” que encarna aquí el actor Tom Hardy dentro de un elenco donde participan Riz Ahmed, Michelle Williams y Jenny Slate, entre otros; no es una cinta de culto pero las actuaciones cumplen su cometido, la fotografía y la edición se ajustan a las intenciones de la película y su banda sonora responde a las acciones con efectividad, sin dejar de tener presente el dominio de los efectos visuales especiales -un factor esencial en este tipo de cine- por parte de sus realizadores.

Sin ánimo de contar la película, puede resumirse que la trama se concentra en un periodista ególatra -el personaje Eddie Brock- obsesionado por mucho tiempo con dejar al descubierto a un tenebroso científico que experimenta la fusión entre extraterrestres y humanos; con sus mejores intenciones como reportero ágil y competente, traspasa barreras éticas con tal de desenmascarar al “malo de la película”, lo cual implica que se le venga el cielo encima: la novia le abandona con causa justa, el medio de difusión para el que trabaja le echa a la calle y comienza a sufrir una crisis depresiva.

El filme nos sitúa delante a un Eddie Brock que debe afrontar no solo a un científico sin escrúpulos, sino además, a lo terrible y maligno de una entidad alienígena llamada Venom que procede del espacio y no viene solo; aunque lo palpable en el personaje del periodista sea su personalidad desbordante, teñida con aderezos de frustración tras algunos descalabros, la cinta pretende decirnos que por supuesto los malos pueden no serlo demasiado y los buenos nunca son perfectos ni carecen de defectos, ya que por algo son seres humanos.

Sin dudas, “Venom” es otra variante del cánon de este tipo de películas para pasar el rato sin hacer mucho esfuerzo mental, en la cual el eje argumental recurrente alude al eterno contrapunto entre seres de luz y de oscuridad, aunque éstos se miren con matices; no faltan aquí ligeras referencias a temas actuales como los experimentos con seres humanos, el cambio climático y otros afines al contexto social en que hoy vivimos, pero sin caer en el panfleto.

Puede aventurarse, salvando enormes distancias, que estamos ante una versión estilo cómic de la idea central del clásico literario de Robert Louis Stevenson “El Dr. Jekill y Mr. Hide”, pero la intención del realizador no fue desarrollar una trama inspirada en la doble personalidad psicológica, narrada en términos fantásticos por el autor del libro, sino en un tipo de “posesión diabólica” en la cual se ha sustituido al invisible Satanás por el horripilante Venom, un personaje con largo recorrido en las producciones cinematográficas, el cómic y los vídeojuegos, sobre todo en los predios de Spider-Man.

Un espectador que haya desarollado su vida sin concesiones a eso que algunos denominan “la cultura del cómic”, es factible que a priori rechace este filme; sin embargo un acercamiento a “Venom”, despojado de antemano de temores y resquemores, puede hacer que los más furibundos detractores del género y el estilo disfruten de una película que ha sido denostada con dureza por muchos críticos, pero que sin embargo tiene su ángel y deja buen sabor de boca al finalizar.

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