Taiwán
Chen Yen: La Gran Maestra de todos
Visitar Taiwán y no entrar en contacto con la Fundación Tzu Chi es como no viajar. Cincuenta y dos años atrás, una humilde mujer, junto a seis amas de casa comenzó a recaudar diariamente cincuenta centavos entre todas las familias de la comunidad para ayudar a los más necesitados.
Ella es hoy conocida como “la madre Teresa de Asia”. Pero no cree en títulos honorarios. Es la maestra Dharma Cheng Yen, y el mundo entero se reverencia al escuchar su nombre.
Ha dedicado su vida a servir a los afectados por los desastres naturales, a aliviar el dolor y a enseñar que la filosofía del Dharma puede ayudar a que las personas sean mejores.
Ella es una taiwanesa de pie a cabeza. Quienes la han visto pueden dar fe de su agilidad al andar, de su mirada sincera y de su fortaleza de voluntad para que siga siendo (como en la fabula local), La Gran Vaca que arrastra en su carreta a los millones de voluntarios de todo el mundo que la siguen y cumplen sus enseñanzas.
Tiene 81 años pero no lo parece. Todas las noches se acuesta a dormir a las nueve en punto y ya a las dos de la madrugada está en pie. Su agenda diaria es extraordinaria, y solo una persona de su ferrea voluntad y fortaleza espiritual puede cumplirla. Diariamente se entrevista con cientos de miembros y voluntarios, trabajadores de la fábrica de reciclaje, médicos, enfermeras y maestros: todo aquel que la procura no será dado de espaldas. Siempre su sabiduría y bendición iluminara a quien entrevista.
Nunca ha viajado al extranjero ni se ha movido en tren. Sus recorridos de Hualien a Taipéi y a otras provincias siempre los realiza por carretera en un pequeño minibús, acompañada por sus más cercanos colaboradores.
Ha creado una fundación desde su pequeña Taiwán y ha nucleado casi dos millones de voluntarios a lo largo y ancho del mundo los cuales se movilizan cada vez que ocurre un desastre natural y parten a llevar un mensaje de esperanza a quienes han perdido sus esperanzas.
Una anécdota
El empresario Mr. Lin Wen Yuan propietario del canal Donsheng News obtuvo de ganacias la suma de treinta millones de dólares. El gobierno de entonces le pidió que donara esa cantidad para obras que iban a hacer en el país. El señor Wen le dijo al entonces presidente de Taiwán que ese dinero ya tenía dueño y que era de la Fundación Tzu Chi y no para los gobiernos porque la fundación construiría escuelas y hospitales en Centroamérica, que mucha falta hacen.
Sueltos de la maestra Cheng Yen
La Fundación Tzu Chi lleva 28 años en el trabajo de reciclaje por iniciativa personal de su fundadora. La maestra ha dicho: "Las manos que aplauden también deben trabajar para hacer productiva la basura". El canal de televisión Da-Ai-Tv de la fundación no admite anuncios comerciales, sino que es sostenido íntegramente por Tzu Chi. A partir del 2019 no se usarán más sorbetes para ingerir jugos o refrescos. Se insta a no comer con palitos chinos ni cubiertos desechables debido a la contaminación. Se hizo realidad el lema de que cada persona cada dia debe tener una comida vegetariana. Una persona de 50 años pone 25 años de su vida en una cuenta bancaria y entonces solo tiene 25 años de edad, los suficientes para trabajar en beneficio de los demás. En 1966 cuando Taiwán, estaba sumido en la más absoluta miseria, la maestra Cheng Yen y seis ayudantes comenzaron a recaudar casa por casa 50 centavos para asistir a los más necesitados. El primer hospital que construyo la fundación Tzu Chi costaba $800 millones de pesos taiwaneses pero la fundación solo tenía $20 millones, no obstante se hizo el hospital y cientos de médicos y enfermeras se sumaron voluntariamente a trabajar durante su tiempo libre. En 2011 la revista Times incluyó a la maestra Cheng Yen entre las cien personas más influyentes del mundo. La Fundación Tzu Chi era cosa de mujeres, sin embargo, desde hace treinta años se nuclearon brigadas de hombres para hacer el trabajo duro que las mujeres no podían.