Cualquier argumento de un dramatizado de las artes escénicas, el cine, la radio, la televisión... nos presenta a un personaje que ocupa el rol protagónico; la dramaturgia se concentra en la figura alrededor de la cual se desarrolla la trama principal, mientras quedan en segundo plano de atención los personajes que ocupan algún rol co-protagónico, así como personajes principales y los que desempeñan papeles secundarios.

Sin embargo, en ocasiones sucede que un personaje secundario alcanza tal preponderancia, que llega a robar el protagonismo a la estrella principal, algo que puede deberse a diversas razones, entre otras que al autor o al director se le ocurra dar relevancia a una figura del guión en algún que otro segmento y ésta, a quien solo le correspondería servir de apoyo, refuerzo o contrapunto frente al protagonista alrededor del cual gira la trama, pasa a ser el eje focal que toma las riendas de la trama y atrae la atención del público en el teatro o frente a una pantalla.

De estas situaciones los espectadores muchas veces no nos damos cuenta; vemos una obra teatral, una película o un dramatizado televisual, y aún cuando captamos que algún personaje secundario asume el nivel superior en la actuación, obviamos que tal cosa haya sucedido.