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Alix y sus décimas picarescas

Estrofas del gran poeta popular promueven contenidos de doble sentido. Siglos atrás, los cuentos del “Decameron” persiguieron objetivos similares.

Comercio. Vista parcial de la plaza del Mercado de Santiago a fines del siglo XIX, lugar donde Alix vendía sus décimas en hojas sueltas.

Comercio. Vista parcial de la plaza del Mercado de Santiago a fines del siglo XIX, lugar donde Alix vendía sus décimas en hojas sueltas.

Bajo el provocativo título de “Décimas pornográficas”, algunos historiadores y recopiladores de la obra del poeta mocano Juan Antonio Alix reunieron un grupo de composiciones escritas por él a partir de la década de 1870, algunas de las cuales circularon entre interesados en la Plaza del Mercado de Santiago de los Caballeros.

Con el paso del tiempo, la suspicacia y el morbo dieron una oscura fama a este grupo de espinelas, lo que hizo posible que muy pocas de estas fueran difundidas, y cuando se hacía, era de manera discreta, entre bardos, intelectuales e historiadores interesados, quienes elogiaban las ocurrencias y la picardía del Cantor del Yaque. De ese grupo de composiciones hay una que filtró la censura, la titulada “El algarrobo”. Y lo hizo con dignidad. Y fue celebrada e, incluso, publicada, tal vez como “una rareza” de la copiosa obra de este gran poeta popular:

Un día estaba Teresa subida en un algarrobo; y desde abajo un Juan Bobo le preguntó esta simpleza: Teresa, ¿qué fruta es esa? Y Teresa que no quiso pasar por boba ante Juan le contestó con afán: ¿Tú has visto fruta con rizo? Ah, sí; la misma que Adán se comió en el paraíso.

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