JOSÉ MÁRMOL

“Aprendí temprano a separar el grano de la paja”

Ventana retoma, desde otro ángulo, la leída sección que desde 1998 mantuvo Isaolym Mieses desde las páginas del suplemento “El Domingo”

Por múltiples razones, todas literarias, el poeta José Mármol fue el primer escritor escogido para iniciar una serie de entrevistas con un grupo de autores dominicanos y extranjeros, para reflexionar de una manera distinta sobre los problemas más acuciantes del mundo de hoy y del futuro de la cultura. ¿No te arrepientes de no haber emigrado? ¿París...? ¿Londres...? ¿Nueva York...? Para nada. Me he sentido siempre dominicano y ciudadano del mundo. No heredé el desprecio de Rubén Darío por las limitaciones de la tierra en que nació. Prefiero a Martí, en el sentido de admitir que nuestro vino es de plátano; pero, es nuestro vino. ¿Cuáles son los principales enemigos de la poesía dominicana? Aquellos que presumen de críticos de tendencias o escuelas y, sin haberlas leído bien, las denigran o las menosprecian. ¿Te gustaría cambiar, como insinuó Miguel Barnet, pluma por pistola? No. Jamás. Prefiero, como Martí, trincheras de ideas a trincheras de piedra. La violencia es el reflejo del fracaso de la razón. ¿Cómo se podría encasquillar la pistola de un poeta? El arma de un poeta es su idioma. Cuando se frustra, por alguna razón emotiva, técnica o expresiva la gé- nesis del poema, entonces, se encasquilla el arma del poeta. ¿Cómo ves la Lengua Española en su política de simplificación idiomática que contradice las normas de antaño (solo y guion ya no se acentúan, al igual que este, esta... etc; y la popularización de palabras como “pasar desapercibido” que en otros tiempos eran consideradas como disparates)? Ese proceso de simplificación de la lengua tiene que ver con la mundialización del ser humano, la sociedad y sus herramientas de sobrevivencia. Las lenguas son entidades vivas, de constante uso, cambio y expansión léxica. Estamos viviendo la derrota de la norma clásica por el imperio del uso y la globalización. ¿Hacia dónde va el cine dominicano? Salvo honrosas y contadas excepciones que han procurado la calidad artística, va hacia el abismo al que conduce el afán de lucro o de renombre fugaz. Una película no se atiza; se acrisola. Primero es arte y luego un negocio. ¿Pudieras citar dos poemas de autores de la llamada Generación del 2000 que te parezcan interesantes? Si Homero Pumarol entra en esa generación, citaría, y me apoyo en la memoria, su poema “Jack Veneno ha muerto”. Nada más. ¿Qué opinas de las alfombras rojas? Me gustarían más si fueran azules Son una metáfora desafortunada de la vaciedad del espectáculo. ¿Aceptarás el cargo de Ministro de Cultura si algún político te lo propone? No milito en partidos políticos y esa es la única forma de ser elegible. Ya no hay milagros en esas lides, a las que la meritocracia les es ajena. ¿Te miras en el espejo de Scott Fitzgerald, un respetado banquero y un gran escritor? No soy banquero, sino, bancario. Dentro del ámbito financiero me ocupo de la comunicación estratégica, la RSE y afines. Como escritor, prefiero seguir siendo un aprendiz. ¿Cómo te enfrentas al mundo de las bajas pasiones? ¿Cómo puedes sobrevivir dentro de nuestro mundillo literario, lleno de chismes e intrigas? Aprendí temprano a separar el grano de la paja. La literatura es pasión por la lectura, el pensamiento y la escritura. Todo lo demás, simplemente, sobra. Compartes o no la frase de Pedro Mir: “Lo peor que le puede pasar a un poeta es haber nacido en una isla”. No la comparto. Las islas son mentales. Nací y vivo en un lugar privilegiado del planeta, trastocado por el infortunio de la demagogia y la corrupción. Soy isleño del mundo. Eso me basta. En la selva, todos somos iguales. Nadie inspira piedad, ni repugnancia. ¿Como puedes sobrevivir en medio de esa realidad? El creador debe centrar sus energías, es más, su existencia, en el desarrollo de su propia obra. Ella, por supuesto, no está exenta ni de la realidad ni de la historia. Debe aportar a su transformación de la única forma posible en arte: a través de la transformación del lenguaje y del pensamiento. El mundo es miserable porque lo hemos hecho así a través de la historia. Solo mediante una revolución ética, de la que el intelectual y el artista son compromisarios, podrá cambiar el curso del mundo y la sociedad hacia su propia perdición. ¿En qué se diferencia un poeta de un Poeta? Complicado y simple, a la vez. La mayúscula implica estatus o poder. Creo que el poeta debe estar del lado del poder del lenguaje, antes que del lado del lenguaje del poder. El primero es afirmativo y lúcido. El segundo es reactivo y torpe, aunque dominante en la sociedad actual. El primero descansa en la razón. El segundo en las ideologías, el dogmatismo y la doxa. ¿Qué te haría más feliz, esperar la caida de la lluvia con la garganta retorcida o con las manos sedientas de nostalgias? Soy militante de la nostalgia a carta cabal. Añoro mis calles polvorientas, los ríos caudalosos y el paisaje verde de La Vega, ciudad donde crecí. La nostalgia y la melancolía son materia prima por excelencia para la creación poética. De muchos de mis textos, la lluvia es la culpable. Desde qué lugar te gustaría mirar mejor a José Mármol, desde un tapón en la avenida 27 de Febrero, o desde un anaquel lleno de hormigas? No le tengo paciencia a los tapones citadinos, sobre todo, porque son el resultado del individualismo, la inconsciencia, la falta de educación y la estulticia. Ni hablar del vacío de autoridad. Preferiría el anaquel, aunque predominen las hormigas en su superficie. Después de todo, nunca verás un tapón en una sociedad de hormigas.

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