"Masa Crítica", propuesta para seguir creciendo

Entre los días 24 y 25 de febrero de 2012 se celebró en el país, auspiciado por la Dirección de Gestión Literaria del Ministerio de Cultura, el Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en la República Dominicana, donde confluyeron, junto a un grupo de reputados especialistas, varias prestigiosas figuras de otros países. El resultado de ese evento se reúne en el volumen titulado “Masa Crítica”, recientemente publicado por la Editora Nacional, y que suponemos que haya sido bajo los auspicios y el cuidado de la propia dependencia administrativa que organizó el certamen (se supone, porque no se le da el merecido crédito por ninguno de los lugares indicados por la ciencia de la edición de libros para colocar los responsables del tomo, cuidadores de edición, correctores de estilo, diseñadores de portada, etc.). Indudablemente este es un esfuerzo que procura sembrar precedentes en un país donde el ejercicio del criterio no es un oficio grato. Y el hecho de reunir estas ponencias (algunas mejores que otras) es ya un intento que no pasará inadvertido para las futuras generaciones. Después de los merecidísimos elogios, tanto a la publicación como al evento y a sus organizadores, es permisible señalar algunas consideraciones para los próximos que sucederán con el mismo tema. Primero, la estrategia organizativa debe apuntar también a que la cantidad de ponencias sobre teoría de la crítica (ya bien teatral, narrativa, poética, etc) debe corresponder en igualdad de condiciones con los estudios específicos sobre determinado autor o corrientes literarias y artísticas donde estos se insertan ya bien dentro o fuera del país, así como el estudio de escritores internacionales que ubiquen a nuestra crítica en el mapa mundial. En el libro son escasos los textos dedicados al estudio de la obra especÏfica de nuestros escritores, salvo tres o cuatro ensayos refieren estudios concretos sobre la obra de Pedro Henríquez Ureña, Marcio Veloz Maggiolo, Giovanni Cruz, Ángela Hernández, Rey Andújar y Rita Indiana Hernández, por ejemplo, el resto son disquisiciones teóricas, reiterativas y en algunos casos, aburridas. Segundo, se deben procurar los debates de posiciones encontradas para enriquecer el clima cultural del país. A esos efectos, deberían buscarse también a contraponentes, es decir, a estudiosos que mantengan posiciones diferentes a los críticos invitados. Una tercera sugerencia podría significar aumentar la presencia de las más recientes generaciones de escritores dominicanos que ejercen la crítica literaria y que carecen de espacios para exponer sus criterios. Me estoy refiriendo a esa generación que puede iniciarse con Frank Báez y terminar con Alexéi Tellerías, por ejemplo (incluyendo a jÚvenes escritores que han triunfado y viven fuera del país como Rosa Silverio, Ariadna Vásquez, Alejandro González y Jennifer Marline). Una cuarta sugerencia sería motivar una presencia mucho mayor de escritores de nuestras provincias que ejercen el criterio. Me estoy refiriendo a figuras como Edwin Espinal, Máximo Vega, Noé Zayas, Cayo Claudio Espinal y otros tantos autores de gran valía. Estos son algunos posibles retos futuros. Mientras, aplaudimos esta iniciativa del Ministerio de Cultura que ha comenzado a organizar y a darle importancia al trabajo de los que escriben acerca de nuestras letras. No sería bueno dejar pasar por alto la pifia de uno de los ponentes, del cual no diré su nombre. El suplemento “Isla Abierta” del periódico “Hoy”, en sus años postreros a la dirección de Manuel Rueda, no fue dirigido solamente por José Enrique García. Esa publicación cultural tuvo una dirección colegiada entre Andrés Blanco Díaz (a quien se le propuso la dirección única del suplemento y no la acpetó, y doña Pilar Albiac puede ser testigo de ello) y el propio José Enrique García a quien, en nada disminuye haber compartido ese trabajo con Blanco, hoy por hoy, uno de los mejores editores de libros del país. La verdad histórica no puede negarse, y menos en un evento como ese.