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VIVENCIAS ¿QUÉ LEER?

Territorio de espejos

Los espejos han sido siempre fuente de misterio y raros augurios. Desde Narciso, hechizado por el reflejo de su imagen en el agua, hasta la magia que envolvía el reflejo de la malvada reina Grimhilde. Cuando la poesía transgrede los límites de la introspección para devolver con la cara inversa aquello que se le ha puesto enfrente, entonces, debemos leer con conciencia óptica. José Rafael Lantigua nos presenta su segunda producción poética: Territorio de espejos. El título ya nos sitúa en un ambiente de encuentros, reencuentros y desencuentros con un yo que se descubre en un tiempo y espacio preñado de situaciones, que unas veces evocan y otras simplemente salvan del olvido los cimientos de una personalidad creadora. Territorio de espejos, como poemario se sostiene en cuatro emblemas que, a la vez que lo fraccionan en tópicos semánticos afines, lo contienen en su cauce lírico: Espejos cóncavos, un retrato transfigurado de una identidad sostenida en la incertidumbre, un reflejo de ese ser al que nos enfrentamos y de pronto nos dice: “soy tú. ¿Qué esperabas? Y justo allí le asentimos reconociendo en aquel reflejo, por lo menos un poco de lo que somos. De ahí nace entonces, Espejos sincopados, que es el reflejo de un reflejo, el mismo que apenas se reconoció, ahora está unido a un reflejo que busca explicarse en la duplicidad de aquella imagen, recuerdo, ser existencia que fue el primero. En medio de aquel caótico e hirviente desenfreno de pasiones, llega la imperiosa necesidad de buscar en otros mares el viento que permita respirar horizontes diáfanos. Pero la calma no le llega aún al protagonista invisible de este territorio indomable, la furia de su alma prendida en los fuegos de la inquietud solo puede habitar en el presente del pasado, y justo en ese descubrimiento se nos devela en la última parte de la segunda mitad de esta comarca de reflejos: Espejos retrovisores, y como un aliciente al vilo trémulo al que hemos sido sometidos los lectores, aparece el Retorno al origen, un concierto de celajes de aquello que se fue, un viaje al tiempo desde el tiempo, un lugar donde por fin aparecen las certidumbres de la conciencia. Llega el final de una conexión, que pareciera el descubrimiento de una parte nuestra desconocida, se termina la lectura y comienza la búsqueda de aquellos lugares, tiempos, inquietudes y añoranzas que nos mostró un poeta. Ahora nos acercamos a los espejos materiales con el temor de que no nos reflejen demasiado. Cerramos el libro, no sin el temor de que el territorio de nuestros reflejos no nos atrape para siempre.

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