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Leonte Brea: con libro inmortal
El autor comenta el más reciente libro de Leonte Brea, “El Político”: Radiografía Íntima”, el cual considera como una obra pionera en el país en materia de politología.
¿Investigación? ¿Reflexiones conceptuales? ¿Teoría académica? ¿Tratado? Todo eso y mucho más es el fruto del aporte de Leonte Brea. O tal vez no. No creo que exista una categoría científica apropiada para calificar este libro ameno, repleto de sabiduría, donde confluyen en perfecta armonía la filosofía, las ciencias sociales, la cultura, la medicina, la arquitectura, las artes visuales, el teatro, la música, la economía, la politología, el urbanismo y el cine. ¿Enciclopedia? Tal vez. Pero es mejor no buscar una definición genérica a esta obra que se encuentra por encima de cualquier encasillamiento. Todos estos resortes del conocimiento se unen en esta obra como parte del gran espectáculo que obnubila al hombre desde el mismo origen de la cultura universal y que ha constituido el origen de todas las guerras y enfrentamientos que conoce la historia humana: la política. Pocas veces en la República Dominicana se ha publicado un libro que pueda ser ranqueado a nivel mundial como este que el lector puede tener en sus manos. El libro “El político radiografía íntima”, tiene también otra virtud: puede abrirse en cualquiera de sus 479 páginas y de inmediato el lector queda atrapado por sus fascinantes aportes y propuestas lectivas. Tanto en sus textos, como notas al pie o bibliografía utilizada (más de 320 obras). Leonte Brea demuestra que la politología no es una ciencia empírica que se forma al calor de la política vernácula, del clientelismo y de “asesores y voceros” oportunos, sino un ciencia social interminable, a la que hay que dedicarle la vida a su estudio y reflexión. El autor Quien tenga la suerte de conocer de cerca la biblioteca privada de este hombre que decidió vivir en bajo perfil para dedicar su tiempo a la escritura, podrá comprobar que sus tomos especializados viven revueltos y marcados con tinta, subrayados en cientos de páginas, arrugados, doblados, colocados sin orden específico a pesar de que la mayoría de ellos gozan de candente actualidad. De manera que en este artículo no se está describiendo a un mero “coleccionista” de obras impresas para inflar sus ínfulas de grandeza. Leonte Brea no es un acumulador de tesoros bibliográficos perfectamente alineados por orden temático y alfabético como tesoros de colección. Estamos en presencia de esa categoría de intelectuales que viven convencidos de que el libro no es un material exhibicionista, sino una fuente de estudio y consulta permanente. Solo de esa forma se puede comprender su envidiable nivel cultural, su vocación humanista y su poca comunión con aquellos que pretenden sin ser. Su vida curricular habla de vocación formativa, de su intransigencia con la mediocridad, de su amor familiar y, sobre todo, de su faceta de polemista, la cual se demuestra en este libro donde para sostener sus argumentos, difiere con los más encumbrados pensadores universales y, en algunos casos, los rectifica. Su pensamiento no está ligado a la inmediatez. Leonte Brea es un provocador del poder situado por encima de él. Solo de esa forma puede desnudar sus vericuetos y oscuridades. Lo hace de la mano de grandes sabios del género como Nicolás Maquiavelo y Stefan Zweg, entre muchos otros, a quienes a actualiza y contextualiza. Con este método no solo rinde tributo a “los pocos sabios que en el mundo han sido”, sino que demuestra la vigencia de sus ideas en un tiempo donde ninguno de ellos soñó. Pero también persigue ese propósito al estudiar la obra de los más reputados teóricos de la política del mundo de hoy, con quienes comparte y discrepa, con argumentos propios. Son cientos y cientos de referencias y estudios que solo un ser humano de sus condiciones intelectuales fue capaz de desentrañar, clarificar y exponer. A muchos y muchísimos no nos alcanzaría una vida para tal empeño. El libro por dentro Divido en catorce capítulos y estos, a la vez, en varias secciones, “El político radiografía íntima” aborda imprescindibles como la política como poder o ciencia del poder; el político y lo diabólico del poder; el enmascaramiento de la personalidad política; el afán de mandar; ética y poder; conciencia rígida de la moral y la política; el sentimiento de inferioridad; el afán de gloria y la búsqueda de poder; el miedo a la libertad y el carácter autoritario, así como la necesidad del mal en la política y decenas de estudios más, todos de indudable interés no solo para académicos y especialistas, sino para el público en general. Y esa es otra virtud del libro que nos ocupa. La fluidez de su escritura abre puertas. Leonte Brea escribió esta obra no solo como referencia obligada, sino como texto de lectura comprensible para cualquier lector con dos dedos de frente. Ese discurso claro, preciso y fluido enriquece a quien lo lee no solo por su profundidad analítica, sino por la ausencia de reflexiones emotivas. Brea, a diferencia de Savater y otros pensadores que han intentado “popularizar” la filosofía y la reflexión intelectual, se adentra en los vericuetos más recónditos del tema que trata, sin “bajar el nivel”, ni dejar lugar a conjeturas. Estamos en presencia de una obra total que no concluye aquí. En los próximos años, el autor publicará una segunda parte en l que, según anuncia, se puede percibir al político desde la óptica de sus pasiones, de su papel como persuasor, seductor, comunicador e histriónico operativo en una sociedad espectacular; y un tercero dedicado a exponer las persecuciones, a las razones políticas de las mismas, a su naturaleza, tipología y a los cambios que han experimentado a través de la historia. Pero mientras llega ese momento, el lector tiene en sus manos una obra memorable. Y en poco meses, Leonte Brea anuncia la segunda edición ampliada de su “ópera prima”, “El manejo del poder” (1995), texto agotado desde hace una década y que actualmente es objeto de estudio en universidades nacionales y extranjeras. (+) CÉSAR BORGIA El prototipo político de Maquiavelo El príncipe nuevo, “el hombre malo” o virtuoso maquiavélico que busca y gusta del poder; el astuto que usa racionalmente la crueldad, el engaño, la simulación. La perfidia, el conocimiento de la realidad y la acción efectiva para conquistar y retener el poder, no es otro que el político puro que el toscano concibió o construyó, a partir de los diferentes políticos con los que interactuó o pudo conocer a través de la historia, y que, deslumbrado por la eficacia de César Borgia, creyó encontrarlo personificado en este político italiano de finales del siglo XV y principios del XVI. Tal fue el impacto que le causó la imponente personalidad del Duque de Valentinois, que ciertos tratadistas han pensado que fue a partir de este personaje que el florentino llegó a concebir o a descubrir en detalle las características propias de su paradigma político. Sobre esta lectura existen diferentes interpretaciones aunque ninguna de ellas niega el impacto que tuvo en Maquiavelo el “virtuosismo”del Duque en su particular concepción de la política y, sobre todo, en la concepción del perfil del príncipe nuevo” (Leonte Brea, pag. 121).