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SERIE ESPECIAL

¿Vivimos del cuento?

LOS CONCURSOS DE CUENTOS EN REPÚBLICA DOMINICANA PRESENTAN RETOS Y VIRTUDES

Erase una vez un niño que quería vivir del cuento… De acuerdo al autor José Alcántara ni siquiera Juan Bosch, el más grande de los cuentistas del país, vivió del cuento. “Aquí nadie puede vivir de la literatura, que es en nuestro medio un oficio sin recompensas materiales y que se hace por pura vocación y amor al arte mismo. En un país donde a pesar de los avances tecnológicos todavía la lectura es un lujo, el escritor tiene que dedicarse a un trabajo útil con el que pueda ganarse la vida”, afirma. Según el ganador del Premio Nacional de Literatura 2009, los concursos siempre pueden optimizar. Una recomendación que hace es la de que para lograr la mejoría el primer paso empieza “por la selección del jurado por parte de la entidad que patrocina la actividad, y que debería estar integrado no sólo por cuentistas de oficio y críticos preparados, sino también por gente con la seriedad necesaria para no dejarse presionar, y con la suficiente honestidad para evitar el tráfico de influencias y las injusticias”. Cada día que pasaba la pasión del niño crecía ¡quería ser cuentista, escribir de todo un poco , alegrar la vida de las personas y servir como promotor de la cultura en su islita que tanto lo necesitaba… Taty Hernández, escritora radicada en Jarabacoa. afirma que deberían mejorar la promoción. “En mi experiencia dentro del mundo literario dominicano me he encontrado con muchísima gente que desconoce los diversos concursos que se realizan en República Dominicana”, expresa. Ante la pregunta de qué si este sea un país donde los “cuentistas” tienen más estímulos que los poetas, los ensayistas y los investigadores literarios y culturales, la escritora responde que habría que definir cuántos concursos existen actualmente en República Dominicana. “Para un país que se acerca a los diez millones de habitantes, no considero que sean suficientes. Sin embargo, opino que los ensayistas e investigadores llevan las de perder pues los concursos de su tipo son muy escasos. La mayoría promueven la novela, el cuento y la poesía”, asegura. Mientras tanto la malvada ignorancia sonreía ante la falta de apoyo a los certámenes… Daniela Cruz explica que es imposible: “No se puede vivir de la literatura, no hay un sistema editorial tan fuerte para que eso se dé: no hay gente que lea libros, ni editoriales que lo publiquen. Si sacas un libro lo máximo que pueden hacer es publicarte 2000 y de esos regalas 500 a tus amigos, el editor regala 200 s y tal vez vendas 200 tú”. Para Cruz una mejora sera que los jurados sean rotativos. José Enrique García, autor de “Una vez un hombre”, asegura que en el país nadie tiene apoyo y que se publican muchos disparates. “Tampoco hay mucha gente que crea en lo que hace porque la literatura es una actitud de vida además los medios dan espacio a gente sin educación. No contamos con un país de prestigio literario a pesar de que tenemos el más grande maestro de América que fue Pedro Henríquez Ureña, lo que pone en evidencia que hay una gran deficiencia en la literatura dominicana”, afirma. El autor es enfático al manifestar que una debilidad es que aquí en varios concursos premian relatos no cuentos: “Muchos de los jurados no conocen la estructura o no tienen un concepto claro de lo que es el cuento además hay elementos que afectan lo primero es la desfachatez y luego la corrupción que no solo está en el gobierno”. Si las mujeres faltan el trabajo no estaría completo… “Sé que hay muchas participando, asegura Daniela Cruz, pero hay pocas mujeres jurados, siempre hay dos hombres y una mujer como si fuera una cuota. Sería una discriminación positiva hacer un concurso solo para ellas, pero sería interesante”. Mientras que Taty Hernández asegura que no cree que las mujeres enfrenten más dificultades que los hombres: “Si revisamos las bases, la mayoría exigen que se utilice un seudónimo. En estos casos, contendemos en igualdad de condiciones. Lo que me parece es que somos más tímidas, menos osadas para participar o posiblemente es que nos inclinamos más a escribir poesía que a crear cuentos”. Al final del cuento la mamá le dice al niño que desea convertirse en escritor ¿mijo te me vas a morir de hambre? LOS CONCURSOS EN REPÚBLICA DOMINICANA En el país la manera de hacer cuentos ha cambiado . Tras escribir sobre los principales certámenes de este tipo en el país, una constante es que los autores dejaron atrás el estilo rural y costumbrista y se han dedicado a retratar la realidad que los rodea. Otro aspecto que se destaca es el de la internacionalización, presente en el concurso de “Casa de Teatro” de la que a pesar de que su gestor Freddy Ginebra afirma que permite a los escritores “salir de la salsa de la mediocridad y otorgar mayores oportunidades de exposición”, autores como Manuel Llibre aseguran que le hace “mucho daño a los concursos que tienen por objetivo promover a los escritores nuevos”. Concursos como los de Radio Santa María y el de la Alianza Cibaeña se caracterizan por la constancia a través de los años y por contar con altos índices de aceptación y confianza por parte de los escritores. Cada uno con características únicas, el primero con la gestión del padre Eduardo García Tamayo y el segundo bajo la dirección de Lillian Russo permite la participación de niños, jóvenes y adultos en diferentes categorías. La presencia de los jóvenes en estos certámenes, de manera especial en el “Premio de Cuento Joven de la Feria del Libro, “permite que se expresen y sientan que tienen un espacio dentro de la cuentistica nacional”. De acuerdo a su director ejecutivo, Pedro Antonio Valdez, este es el único evento que cuenta con un solo gran premio de 75,000 pesos. El premio nacional “José Ramón López” que distingue a obras literarias inéditas o publicadas en el país durante el año anterior a su convocatoria presenta dos disyuntivas: la primera que se ponga a competir en el mismo terreno a autores jóvenes y experimentados y la segunda de acuerdo al escritor Ramón Tejada la necesidad de “mejoría de la organización interna”. Concursos como el de la Alianza Cibaeña permiten la participación de los escritores siempre que lo deseen, aunque la falta de recursos ha golpeado en varias ocasiones a su puerta: la más reciente con el intento de la Secretaria de Estado de Cultura de suspender el presupuesto de 30,000 pesos mensuales.

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