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Homenaje a las bellezas

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Mon GonzálezLondres, Reino Unido

Para alguien que como yo ama profunda y sentidamente esa venerada Isla del Amor; ese lugar donde existe el paraíso tanto en sus paisajes como en sus gentes; esa bendita Isla que comparten República Dominicana y Haití… Para alguien que como yo la ama, saber que en cuestión de días se han ido de esa Tierra dos seres tan, tan especiales, es, cuanto menos, un golpe helado. Como decía el que quizás haya sido El Mejor Poeta del Pueblo del Mundo, Miguel Hernández, y que murió de muerte mucho menos digna y en un lugar mucho más solitario y triste: murió de una tuberculosis en una prisión española al inicio de la infame dictadura franquista… Como decía Miguel Hernández: “Un manotazo duro, un golpe helado,/ un hachazo invisible y homicida,/ un empujón brutal te ha derribado”. Un empujón brutal os ha derribado, a vosotros dos, a ti, María Ugarte, y a ti, Cándido Bidó. Dos seres que si algo teníais en común, por encima de vuestro sentido y sincero amor al Mundo, Mundo con mayúsculas y sin fronteras… si algo teníais en común era vuestra Eterna Búsqueda de la Belleza. De ahí que haya querido que este humilde homenaje a vosotros dos y a los Seres que os trajeron a este mundo y a los Seres que dejasteis en este mundo… que este pequeño homenaje se llame “Homenaje a las Bellezas”, pues fuisteis dos seres infinitamente bellos, Bellos por Dentro y por Fuera… y ese es el tipo de belleza que vale, que deja honda huella, que marca para la posteridad y la eternidad. Dicen que en la eternidad todos nos reencontraremos. Pues, bien, que sepáis los dos que a partir de hoy tengo un motivo más de alegría, de inmensa alegría, por saber que el día que entre en la eternidad, ese día habrá ahí dos seres maravillosos, a quienes venero, respeto y adoro, y con los que me reencontraré. Podrán decir que Cándido pintaba y María escribía y que no tenían nada en común. Dimes y diretes. Ambos han sido Seres Inmensos por Derecho Propio… y es muy poca la gente que puede jactarse de ingresar en categoría humana tan, tan selecta. Cándido, permíteme que empiece glosando las loas a María y luego me dirijo a ti, ¿vale? María, Doña María Ugarte… ¿Por dónde empezar? María fue, es y será una mujer, como decimos en la patria chica que nos vio nacer a ambas, España, “una mujer de armas tomar”. Una mujer que fue rompiendo los moldes que han oprimido al sexo débil, al género femenino, desde que el horroroso patriarcado puso su impronta en este bello planeta. María estudió en la Universidad madrileña en los años previos a la guerra civil, cuando era aún “coto privado de la caza masculina”. María fue pura aventura en vida y vida en aventura. Se embarcó hacia poniente casada con un ruso y en esta isla, en esta isla bendita, siguió rompiendo moldes. Fue la primera mujer periodista en este país. Y al principio sólo la enviaban a cubrir “sucesos” y no fue porque nadie le regalara nada, sino por su constancia, su esfuerzo y su mérito propio, que con el tiempo logró escalar y escalar y escalar hasta llegar a ser la mujer española que más y mejor ha hecho en República Dominicana por preservar y honrar la historia, la arquitectura y las gentes, en suma, por Honrar la Cultura, de ese país. Ella, con la inmensa modestia que la caracterizaba y que la honra, “sabía paleografía” y dedicó horas impagadas de esfuerzo invisible a “traducir” los textos que tenía el archivo y que era ilegibles para todos aquellos que no teníamos la formación que tenía ella. Y con los años y el tiempo –y su segundo matrimonio y sus azares propios de cualquier destino- dejó el periodismo y se volcó en investigar y poner su excelsa pluma al servicio del Arte (nuevamente Arte con mayúsculas) dominicano… y con especial mimo y ternura del Arte hecho por Mujeres Dominicanas. María fue de principio a fin, una mujer hecha a sí misma, luchando por y para la mujer. Y qué mejor semana para honrarla que esta en que celebramos “El Día Internacional de la Mujer Trabajadora”. Y ella que murió con 97 años recién cumplidos y “con las botas puestas” fue trabajadora incansable y lúcida hasta el último día. Por último, quiero destacar una faceta quizás menos conocida de ella, nuevamente en su modestia. Generalmente suelen alabarle sus conocimientos de la época colonial y lo que aportó a su rescate. Bien, lo comparto y lo he dicho arriba. Pero quizás lo que poca gente sepa es que esta gran mujer que fue y es María Ugarte tenía una de las mejores colecciones privadas sobre literatura taína que hay en esa Isla y no sólo la tenia, sino que nos la abría de corazón a todos cuantos con verdadero deseo de saber buscábamos nutrirnos de las fuentes primigenias. Y es importante que no se olvide que María fue una de las personas que más apoyó en vida a otro Gigante de la Cultura taína, el profesor hispanocubano Juan José Arrom, ese hombre fantástico y humilde que rescató para la humanidad el libro más valioso que ha dado nunca, en mi modesta opinión, la Isla de la Española y que es aquel opúsculo en que fray Ramón Pané recogía de primera mano las maravillas del mundo taíno (“Acerca de las Antigüedades de los Indios”). Arrom murió hace cinco años a los 95 años. Otra alegría para el reencuentro de la eternidad. Y si María fue el prototipo de Mujer Luchadora, Cándido fue el prototipo de Hombre Luchador. ¿Por dónde empezar, Cándido? ¿Por dónde? Creo que contigo lo mejor que puede uno hacer, después de hacerte una sentida reverencia de respeto, es decirle al mundo que has sido El Mejor Pintor del Pueblo del Mundo. En los cuatro años que pasé en República Dominicana (2003-2007) trabajando como Consejera Cultural y de Cooperación de la Embajada de España oí a mucho “entendido de arte” decir “barbaridades” de tu obra, que si demasiado simple, que si la paleta poco variada, que si, que si, que si. Dimes y diretes. Seguro que todos ellos son “más entendidos que yo”. No lo dudo. Pero a quien quiera oírme, le diré bien alto que tú supiste como nadie plasmar el espíritu dominicano en un lienzo. ¿Por qué? Por que todas tus obras tienen tres cualidades que tienen todos los dominicanitos de a pie y que les hace Seres Humanos tan, tan Grandes. Tus cuadros –y tu gente- tienen Alegría, Sencillez y Armonía. Que tu paleta es restringida, tú te la autoimpusiste como un rasgo distintivo, perfecto, esa Sencillez fue tu “marca”. Que tus motivos son cotidianos, perfecto, plasman la Armoniosa Alegría de tu tierra, ese país en el que naciste y por el que lo diste todo, y donde los milagros ocurren a diario en lo cotidiano… y es en esa exaltación del valor de lo cotidiano que tu gente es maestra por derecho propio. Y esto hay que decirlo bien alto, no por ti, que sé que de tan modesto te vendría grande, sino que lo digo por tus hijos y esposa, a los que privaste de una cuantiosa herencia tras tu muerte, sólo y sólo para dar en vida tanto, tanto, tanto a tanta gente humilde de tu país, para los que deseabas un futuro mejor y menos durezas de las que tú pasaste. Yo que te he visto construir tu Museo de Bonao, desde la primera piedra hasta que ya era realidad, puedo decirle al Mundo que has hecho con tu fortuna personal lo que yo no había visto hacer a nadie en este mundo. Tú querías crear un centro que enseñara oficios a los más desposeídos para que pudieran ganarse la vida de una manera digna. Me quito el sombrero. Pues lograste tu sueño… y un sueño tan impregnado de humanidad, amor a la humanidad y buena fe, que aunque sólo fuera por eso, hacen ya de ti un ser humano excepcional. Por todo ello me reafirmo en mi convencimiento de que eras y eres el Mejor Pintor del Pueblo del Mundo… Y si este mundo tuviera más gente como tú, capaz de trabajar denodadamente por el interés ajeno, capaz de ser altruista de corazón, capaz de dar lo mejor de sí misma no sólo en su arte, sino en su vida y con ese fastuoso ejemplo vital que tú, Cándido, nos diste a todos,… pues si hubiera más gente como tú, este hermoso planeta en el que vivimos, ¡sería tan, tan distinto! Ojalá el materialismo no venza al alma humana y tu ejemplo insufle altruismo en muchos, muchos corazones humanos. Y hace un rato, cuando me enteré de tu muerte, Cándido, en esta mi casa londinense donde vivo desde que dejé Dominicana, se lo comenté apenada a mi bella hija, una hermosa muchacha de 13 años que lleva en su Ser la paz de esa Isla. Y ella me dijo: “Quizás la misión de Cándido Bidó, que era que los pobres pudieran ver que pueden hacer una vida sin gastarse mucho dinero, ya la ha completado y por eso se ha ido”. Sean como fueren los motivos de las partidas, sabed que allende los mares se os admira, respeta y quiere. Y procedo a despediros con los versos finales de aquel poema de Miguel Hernández que parafraseé al principio y que se llama ”Elegía”: “A las aladas almas de las rosas/ del almendro de nata os requiero,/ que tenemos que hablar de muchas cosas,/ compañeros del alma, compañeros.”

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