Ventana

CALEIDOSCOPIO

Marcapasos

Todas las cuevas espían las figuras pasajeras. Lo hacen en honor a la majestad de la piedra para que el hombre se enfrente a sus propios temblores. Alguna vez, quizás, puedan desprenderse del latido inflamado, pero nunca dejarán de soplar el sonido de la nocturnidad. Las cuevas se agitan como hogares sin ventanas, con inmensas grietas que queman la memoria como heridas en el fondo del ser, como si el viento no estuviera preparado para salir de la mugre del volcán que proponen como espejos. Rojas, verdinegras y privadas las cuevas sobresalen por la delgadez de las palabras que saben sacar del eco de las voces atrapadas en sus íntimos naufragios. No provocarlas es un tipo de robo permitido.

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