CALEIDOSCOPIO
Fieras
A las fieras simpáticas se les saca de la selva. Se les unta miel por el hocico salvaje para que crean advertir la mansedumbre. Se les pone un bozal para que solo puedan morder su lengua resentida. Delante de ellas correrá una liebre que sepa saltar encrucijadas y las lleven hasta la llanura. Allí, no tendrán cómo teñir el pelambre espinoso, ni entonar el eco de sus cantos homicidas. Allí, no pueden morder porque carecen de poder hipnótico. Sus garras pierden el vigoroso ritmo del acero y se transforman en mansas explanadas aromáticas que marchan como espectros de la luz, de cara al sacrificio. Con la mirada a medio hacer retornarán a la selva para reagruparse con otras fieras, y esconderse en la corteza gris de la nostalgia para desde allí saltar contra la magia del tiempo.