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Sobre Américo Lugo

AGN PUBLICA COMPILACIÓN HISTÓRICA DEL JURISTA, HISTORIADOR Y PERIODISTA DOMINICANO

Palabras pronunciadas por el historiador Roberto Cassá durante la presentación del libro Escritos Históricos de Américo Lugo Santo Domingo.- Para el Archivo General de la Nación (AGN) es un motivo de júbilo el hecho de que continuemos, en unión a BanReservas, la labor mancomunada de rescate de valiosos acervos de la tradición cultural dominicana. En la noche de hoy creo que tenemos una ocasión sumamente memorable, ya que estamos reeditando los Escritos Históricos de Américo Lugo, gracias a la labor ya prácticamente legendaria que ha desarrollado el investigador Andrés Blanco, quien se ha tornado en un pilar de la erudición histórica dominicana, como lo muestra con esta compilación de la obra histórica de Lugo, y con el hecho feliz de haber descubierto en los fondos del Archivo General de la Nación la segunda parte de la Historia de Santo Domingo o de la Edad Media de Santo Domingo, el texto historiográfico cumbre de Lugo. Esta edición tiene además un estudio preliminar de Rafael Darío Herrera, uno de los colegas de más importancia dentro del Archivo General de la Nación, historiador consagrado, especialista en la historia de la línea noroeste y editor de varias fuentes documentales, así como de varios corpus en el propio Archivo General de la Nación. Importancia Quisiera destacar someramente la importancia de estos escritos de Lugo. Rafael Darío Herrera lo hace en su estudio preliminar, pero deseo subrayar, aprovechando la ocasión de estas palabras, la trascendencia múltiple que tuvo esta Historia de Santo Domingo de Lugo. Quiero ante todo destacar el hecho de que fue la primera historia erudita basada en fuentes del exterior que se escribió por parte de un dominicano. Hasta Américo Lugo, ningún dominicano había tenido la ocasión de trasladarse hasta archivos de España y de Francia para compilar información, y eso fue precisamente lo que él hizo, gracias a un apoyo que recibió del presidente Ramón Cáceres. Estuvo varios años en ambos países y no solamente copió a mano una cantidad ingente de documentación, tanto en el Archivo de Indias como en los Archivos Nacionales de Francia, sino que se empapó de la vida social y cultural de Europa, lo que contribuyó a variar muchas de sus perspectivas teóricas, que había venido desarrollando como discípulo de Eugenio María de Hostos. Esto es lo que explica el giro copernicano que efectuó Lugo con motivo de la intervención militar de Estados Unidos en 1916. Hasta entonces, Lugo había compartido el énfasis antihispánico que habían desarrollado genéricamente los liberales dominicanos, sobre todo a partir de la introducción del positivismo por parte de Hostos en la década de 1880, cuando este sesgo se profundizó todavía más, por razones no difícilmente perceptibles en el caso de la personalidad de Hostos. Para los liberales dominicanos, España era la causante de los males del país, del atraso secular del conglomerado dominicano. Esta postura fue variada radicalmente por Lugo, a partir justamente de 1916, casi como un acto reflejo por oposición a la acción de Estados Unidos al invadir nuestro territorio. Lugo anunció, durante su viaje desde Europa hacia República Dominicana, su intención de venir a luchar por España. Esta lucha por España, como él la denominó, es decir, por el pueblo dominicano, es lo que condiciona el análisis histórico que efectúa Lugo en su Historia de Santo Domingo. Esta es una historia erudita que compila múltiples informaciones, si se quiere de manera bastante desordenada. Él mismo reconoció que no era exactamente un texto historiográfico, pero podemos valorarlo en esa clave histórica como monumento inicial de la erudición en República Dominicana. Abrió un mundo desconocido, puesto que lo que se sabía de nuestro pasado colonial, sobre todo del siglo XVI, que es el que aborda esta Historia de Santo Domingo, era mínimo, en función principalmente de las obras de los grandes cronistas españoles y de algunos documentos compilados hacia la sexta década del siglo XIX en España, particularmente del tomo I de la Colección de documentos inéditos de América. Se sabía muy poco, de manera que con este libro se amplió el panorama. Sin embargo, este libro no se publicó hasta 1952, pero ello no quiere decir que los hallazgos de Lugo fueran desconocidos. En primer lugar, porque muchos textos fueron publicados de diversas maneras. Así por ejemplo, en presencia de Pedro Henríquez Ureña, a la sazón superintendente de Educación, Lugo pronunció una serie de conferencias sobre el pasado colonial de Santo Domingo que constituye ya un avance del contenido de esta obra. Pero igual de importante que este aporte erudito es el conjunto de tesis que aporta acerca del régimen español durante la colonia. Lejos de ponderarlo como se hacía tradicionalmente por parte de los liberales, lo que hizo Lugo fue encomiarlo como una fuente virtuosa de conformación del conglomerado dominicano. Escenario Creo que no hay mucha conexión, a partir de la lectura de este libro, entre la información aportada, los datos acerca de situaciones muy variadas acaecidas en la segunda mitad del siglo XVI, y las tesis que esboza Lugo sobre el orden colonial. Esto no importa, puesto que finalmente Lugo escogió el escenario de su principal obra histórica para justificar su giro político-cultural, realizado a raíz de la ocupación militar norteamericana de 1916. Con esta operación Lugo dio lugar a una suerte de síntesis entre la tradición positivista inaugurada por Hostos, pero también esbozada por otros pensadores, con cierta independencia de Hostos, y la recusación de esta tradición que hizo implícitamente el eminente pensador Emiliano Tejera, en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Pienso que no por casualidad Américo Lugo escogió a don Emiliano Tejera como presidente de la Unión Nacional Dominicana, la principal entidad a la que correspondió la lucha contra la ocupación militar de Estados Unidos. Tejera ya había esbozado algunas tesis acerca del ethos religioso, del ethos cultural hispánico, como beneficioso en la conformación de la comunidad dominicana. Analizar la obra Lugo asume estas tesis de Tejera y las desarrolla, a mi modo de ver, alrededor de diversas temáticas, como indica Rafael Darío Herrera, por ejemplo su juicio acerca de la naturaleza de la esclavitud en Santo Domingo, una esclavitud que Lugo califica de patriarcal, de prácticamente doméstica, que posibilitó la expansión del carácter y la personalidad de los esclavos, y en definitiva no obstaculizó un proceso de acercamiento de los conglomerados originarios que dieron lugar al pueblo dominicano. De manera que hay toda una tesis a partir de la esclavitud, a partir de la religiosidad española, del ethos cultural español, que da lugar a la conformación inédita del conglomerado dominicano. En función de esto, creo que la obra debe ser valorada como básica en el desarrollo del pensamiento dominicano y en el de los estudios históricos del país. Ahora estamos llamados a reevaluar, a volver a analizar esta obra, y en tal sentido considero que en sí misma, con este segundo tomo, la publicación logra una justificación sobrada y está llamada a impactar en un momento en que, más de medio siglo después de haberse publicado la primera y única edición hasta ahora, esta Historia de Santo Domingo es prácticamente desconocida para la generalidad del público interesado. Por ello espero que este sea un nuevo hito, después de otros previos, en la cooperación entre el Banco de Reservas y el Archivo General de la Nación para el rescate de elementos de nuestra cultura. Roberto Cassá

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