VIDA ENTRE LETRA
¿Dónde está la verdad de las palabras?
Hablamos durante horas. Y todo lo que hicimos durante cuatro años fue hablar. Alardeábamos de ser comunicadores y criticábamos a nuestras parejas amigas cuyas relaciones parecían colgar de un hilo inquebrantable de gritos y peleas. Éramos diplomáticos y respetuosos el uno con el otro. Dialogábamos y discutíamos por intervalos, pero siempre parecíamos conversar. Entendernos. Hasta que un día despertamos para darnos cuenta de que llevábamos toda una estación madurando diferentes. Así cayó la relación al piso como una guanábana. Y aún mientras poníamos punto final a un futuro que no llegaría nunca y las palabras se tornaban amargas, ninguno gritó. Más bien hubo silencio y fingimos dialogar como siempre. Sin embargo por vez primera sentí que no había verdad en las palabras. Aunque había honestidad de ambas partes y deseo de mantener viva la cualidad primera que nos había unido por tanto tiempo, no había verdad en las palabras porque ya no transitábamos el libro de la vida por la misma página. Era más bien una mentira diplomática protegiéndose del sufrimiento, por egoísta. Él ya se ha ido; y solo sé que no hubo verdad por el vacío incomprensible que ha quedado dentro. Ahora me dedico a buscar la aseveración última en otras partes, en lugares que están dentro de mí, en las personas que no conozco y en la literatura. Porque creo que debe estar en algún lado: en aquellas personas que han llorado y no tienen más defensa contra el dolor que dejarse ir y confesarlo todo; o en las que inventan mundos donde por ser sus creadores siempre ganaran en la búsqueda de ese tesoro. En escribir para nosotros mismos... Siento que he acariciado la verdad de nuevo con ciertos libros. Mundos que me hablaron de mí y de lo que buscaba. Mundos que me hablaron de él y de cómo vive y sufre igual que yo. No todos los libros cuentan la misma verdad y por eso creo en la travesía cambiante del lector a lo largo de una vida. Por eso no les hablo de los libros que leí yo. Piensa en los libros que leíste tú, en las personas que conociste tú, en lo que hiciste por ti. La verdad no está en todas las palabras como cuando solía creer, cuando era inocente, pero sí se oculta en muchas partes que podemos aventurarnos a encontrar. Si alguna fuerza queda en esa página que aparenta sola y vacía, hay que voltearla de una dedo ágil y esperanzado, porque del otro lado puede que se encuentre la respuesta al título de esta columna.