HISTORIA
La crisis de noviembre de 1961
REVELACIÓN: EL AUTOR DIFUNDE NUEVOS ELEMENTOS Y DATOS POCO CONOCIDOS SOBRE LA CONSPIRACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA AVIACIÓN MILITAR QUE CULMINÓ CON LA MUERTE DEL TIRANO
Santo Domingo.- Saber si el presidente Balaguer sabía lo del plan que se estaba gestando entre los pilotos sería discutible, pero lo que sí sabemos es que, presionado por los hermanos de Trujillo y sus secuaces, era posible que lo “mataran” desde que se fuera Ramfis, a pesar de los pasos que el mismo estaba dando en el plano internacional y local, para mantener a flote un gobierno que estaba “cogiendo agua” por todas partes.Pero “cuando no se puede, no se puede”. Atrapado en medio de la turbulencia de “mares procelosos”, la oposición lo veía como parte esencial de la continuidad del “trujillato sin Trujillo”, y los trujillistas como una especie de “traidor a la memoria del jefe”, un “mano floja”, un “escritorcito” de “pendejadas”, incapaz de hacerse cargo de un gobierno que funcionaba en virtud de la fuerza. Además crecía la sospecha, de que el hombre sabía de antemano lo de la muerte del déspota y en cualquier caso, si Ramfis se iba que era el “heredero natural” de una cosa que no se hereda, entonces tenía que ser uno de los Trujillo que se hiciera cargo, deducción que se derivaba de sueños dinásticos trasnochados, que sin estar basados en ninguna consideración, solo provenía de la lógica atrabiliaria de la estupidez, circunstancia de la que el “muerto” se hubiera reído a carcajadas. “En estos países el poder no se hereda”, le había dicho a Valenilla Lanz en el 1952. Valenilla, secretario de lo interior del gobierno venezolano del general Pérez Jiménez, fue invitado del “Jefe” y así lo consigna en sus memorias. La posición de Balaguer era muy difícil, los cívicos lo odiaban, ya que muchos de ellos extrujillistas, habían sido sus adversarios en vida del tirano, sufriendo en carne propia el éxito y el ascenso meteórico de este literato cibaeño. El planPor su parte Negro recelaba de él, por haberlo desplazado en el 1960 de la Presidencia. La viuda y la familia no le perdonaban el discurso de las Naciones Unidas. Petán, creyéndose el señalado, lo despreciaba y sus relaciones con los guardias, habían sido lejanas. Para octubre de 1961, el plan de los pilotos había tomado cuerpo y se había elaborado sobre la base de la movilización de los aviones de San Isidro a otros aeródromos del país con el pretexto de un ejercicio defensivo. El propósito de esta movilización era constituir desde Santiago, una fuerza de ataque considerable para disuadir los demás componentes (infantería, artillería y blindados), ganar un espacio de superioridad aérea en todo el territorio para los fines establecidos. Atacar los campamentos que no se sumasen al movimiento, y dispersar el poderío aéreo de San Isidro, para inhibirlo a conveniencia de los acontecimientos. Los trujillistas, hicieron algunos cambios rutinarios en los mandos de la aviación. Al general Rodríguez Méndez de quien se rumoraba comprometido con la Unión Cívica, se sacó de la base de Barahona y se le nombró inspector de aeropuertos colocándose al coronel Luis Beuchamps en su lugar. Barahona, Jarabacoa, Santiago, Dajabón, Consuelo, Punta Causedo, eran los sitios señalados para este movimiento de dispersión, bajo el argumento de un posible ataque de Venezuela. Una cuidadosa escogencia de los oficiales pilotos que operarían se llevó a cabo sin revelar el propósito. Estando Ramfis todavía en el país, los conjurados, con la información extraviada sobre la “noche de San Bartolomé”, y bajo el argumento de un ejercicio, que en realidad fue una práctica de lo que sucedería, y que despejaría cualquier suspicacia en el futuro, llevaron a cabo a finales de octubre un despliegue sin novedad. El 18 de noviembre, el general Rodríguez Méndez misionado para inspeccionar la pista de Dajabón, decide irse por tierra por temor a que fuese saboteado su avión y al pasar por Santiago, “Chavá” le dice que no se dirija a la frontera porque el general Alcántara del ejército lo estaba esperando para “pasarlo por las armas”, recomendándole que se fuera a su casa en Gurabo en lo que pasaba la tormenta, cosa que hizo el general. EncuentrosEl 18 de noviembre Ranfis convocó una reunión general de oficiales en la base a las 18 horas, pero no se presentó, y “el Viejo Chavá” lo fue a ver a Boca Chica para conversar. Ramfis no lo recibió, dejando muy incomodo al general Rodríguez. Cuando el general Pedro Rafael Rodríguez Echavarría llegó de regreso a San Isidro para retornar en avión a Santiago dio la orden a los conjurados de poner en ejecución el plan al día siguiente. Esa noche del 18, consumando la venganza, tras fusilar en la hacienda María en Nigua a seis de los sobrevivientes implicados en el magnicidio de su padre y exhumar el cadáver del “Jefe”, el “Pato”, como le decía el pueblo, por ser un general “de aire, mar y tierra”, se embarcó con sus “cuartos” para Europa. El día 17 había recogido sus archivos personales y vació las arcas del dinero disponible. La tirilla ordenando la movilización también fue firmada el día 18 de noviembre, tras comprobar los indicios de que el hombre se iba, y los aviones comenzaron a despegar en el amanecer de ese domingo 19. González Pomares fue el primero que lo hizo rumbo a Santiago, liderando unos 12 aviones vampiros. Todos los demás aparatos lo hicieron con diferentes destinos pre establecidos. Parte del plan era solo movilizar a Santiago los mejores aviones a “chorro”, los vampiros MK-5, los demás MK-1 se llevaron a “Punta Caucedo”, sin plantas de encendido. El resto fueron saboteados para que no pudieran despegar. Cuando González Pomares aterrizó en Santiago, tras un accidente que le estropeo el tren de aterrizaje, se reportó donde “Chavá” al que encontró en su oficina en compañía de “Fello” Bonelli y Tapia Espinal. El doctor Marino Vinicio Castillo (Vincho), había llegado por la vía aérea el día anterior, como parte de la facción política de la conspiración. “Vincho” y Tapia escribieron la proclama que se leyó posteriormente por las emisoras de Santiago. El día 18 también en horas de la noche, el coronel Alfredo Imbert había hecho preso al jefe del SIM en Santiago, el capitán Alicinio Peña Rivera y a la mayoría de sus calieses. El comandante de la Base de Santiago le ordenó a González Pomares, que preparara los ataques comenzando por poner en conocimiento a los pilotos de lo que estaba pasando, pero que no iniciara ningún movimiento hasta que “Chaguito” no saliera de San Isidro por la vía aérea. Previendo retaliaciones “Chavá” recogió a su familia más cercana y los concentró en la Base aérea de Santiago. Un avión C-47, estaba preparado, listo para despegar para sacar a sus familiares del país si fracasaba el movimiento. Esta previsión molesto a algunos pilotos. La mayoría de las esposas de los conjurados, que vivían en el barrio de oficiales de San Isidro, presas del pánico del bombardeo que se efectúo ese día, desconocían que eran sus maridos los que piloteaban los aviones, llegando a pensar que era un ataque venezolano, por lo que escaparon a la ciudad con sus hijos, evitándose así ajustes de cuentas. La concentración de aviones en Santiago fue tal, que apenas había espacio para parquearlos. El campamento se puso bajo alerta máxima y se destacaron patrullas aéreas de combate para prevenir actos hostiles, mientras Ramfis navegaba ya por aguas del Caribe, rumbo al exilio.