Educación inclusiva una realidad latente en el país

“La educación inclusiva (EI) es parte de la respuesta integral ante una emergencia y tiene como objetivo garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes tengan acceso equitativo y continuo al aprendizaje en todos los contextos”, explica Unicef.

Cuando se habla de todos los estudiantes y en todos los contextos, se plantea la necesidad de ofrecer los apoyos específicos que precisan los estudiantes con necesidades educativas especiales con y sin discapacidad, por lo que se hace necesario personalizar los apoyos, de lo contrario, no se logrará la meta deseada.

Según Amalia Inchaustegui, directora del Colegio Santa Teresita, la educación inclusiva representa un intento por atender las dificultades de aprendizaje de cualquier alumno en el sistema educativo. Esta representa un medio para asegurar que los estudiantes con discapacidad tengan los mismos derechos que el resto de sus compañeros que asisten a una escuela regular.

“Es decir, que todos los estudiantes son bienvenidos y aceptados, y a la vez forman parte de la vida de sus escuelas, y son considerados por sus profesores como un reto, no como un problema”.

Al abordar el concepto de inclusión, Inchaustegui trata de abordar las diferentes situaciones que llevan a la exclusión social y educativa de muchos alumnos. Por tanto, tiene que ver no sólo con los alumnos con necesidades educativas especiales, que indudablemente tienen que seguir siendo atendidos y recibir los apoyos correspondientes en las aulas regulares, sino a todos los alumnos.

Esto constituye un gran desafío para los centros educativos y los Ministerios de Educación alrededor del mundo y de toda la sociedad en su conjunto, ya que muchos recursos necesarios están fuera de las escuelas y se requiere de toda la sociedad para cambiar el paradigma y valorar la diversidad como un aspecto positivo, en vez de discriminación y exclusión.

Formación docente

Al hablar de competencias docentes, siempre se menciona el dominio de los saberes de su área; la capacidad para desarrollar el pensamiento lógico, crítico y creativo; el dominio de la teoría y la metodología curricular para orientar acciones educativas; la capacidad para diseñar y poner en práctica estrategias de enseñanza-aprendizaje según los contextos; crear y evaluar ambientes favorables para el aprendizaje; el dominio de técnicas relacionadas con los avances de las tecnologías de la información; además de las competencias para la investigación y la reflexión acerca de sus práctica; planteando sus propias estrategias, y encontrando recursos para aprender.

El maestro también debe ser capaz de flexibilizar el currículum para poder contextualizar y garantizar el aprendizaje de sus estudiantes. Estas características hablarían de él como un profesional de la educación con capacidad de reflexión sobre su práctica y comprometido con el derecho a una educación de calidad para todos sus estudiantes.

Los docentes formados para la inclusión educativa requieren tener competencias para el trabajo en equipo, para conformar grupos multidisciplinarios, para el manejo de conflictos y la capacidad para integrar la comunidad educativa a la escuela a través de su proyecto institucional. Para ello, no sólo requiere el trabajo con las familias, sino saber relacionarse con las autoridades del nivel local y regional, con el fin de gestionar la viabilidad de proyectos que requieren sinergias con actores y organizaciones sociales.

En conclusión, debe tener la capacidad de convertirse en un investigador en acción, reflexionando cada sobre su accionar; siempre aprendiendo, desaprendiendo y volviendo a aprender.