Especial Día de las madres

Cercana a la distancia

Yamile Asmar junto a sus hijas

Yamile Asmar junto a sus hijasCortesía

Nunca se está lo suficientemente lejos para impedir que el corazón de una madre lata al compás de sus hijos.

 

Hay muchas mujeres que han tenido que irse a otra ciudad, país y hasta continente para buscar un mejor futuro para ellas y sus criaturas. Hay otras que por situaciones de la vida tienen que emigrar, y por más que sus hijos estén grandes o sean adultos, hay un pedazo de su corazón que se mantiene con ellos.

Inseparables

Yamile Asmar se convirtió en mamá a los 22 años, dice que cuando sintió el latir de su primera hija, escuchó los latidos de su primer amor. Cinco años después volvió a sentir la misma sensación, llegó la alegría a su vida porque cinco días antes de ella nacer, su padre había muerto.

“La maternidad es el don divino más hermoso que Dios me haya otorgado, con mis chicuelas (como les llama) tuve una relación muy buena desde que eran pequeñas, tratando siempre de inculcarles buenos valores y principios. Siempre fui una madre presente, donde yo estaba, estaban ellas”.

De lejos

La primera vez que se separó de sus hijas fue en el 2018, hace cinco años se fue a vivir fuera del país: en ese tiempo, Yamelin, tenía 29 años, y Yesmin tenía 24.

“Fue terrible la adaptación, viajaba dos y tres veces al año, sentía que las había abandonado. Gracias a Dios por la tecnología hablamos y nos vemos a diario. Yo todos los días desde que abro los ojos le doy un Dios te bendiga a mis dos hijas. Trato de mantenerme al día comunicándome con ellas, pendiente que si están bien, si están enfermas, si comieron. Yo lo hago a diario, como si estuviera presente en Santo Domingo”.

La única ventaja de no estar juntas es que en la distancia puede ver que formó dos jóvenes responsables, con valores.

 

Confiesa que la desventaja es que al estar separadas, “siento que mi mundo está incompleto, porque ellas son parte esencial de mi mundo”.

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