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ESPIRITUALIDAD

Recuperando la seguridad

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Por Saulo HidalgoSanto Domingo

He estado compartiendo acerca de que recibimos lo que esperamos o creemos. Anteriormente le expliqué que es tan fácil caer en la tentación de pensar que las cosas buenas les sucederán a otras personas, menos a nosotros. Es más, es tan fácil caer en la tentación de sólo estar esperando que cosas malas nos sucedan. Pregúntese, ¿qué es lo que ha estado esperando de la vida últimamente? Quizás descubra que ha invertido más energías y más tiempo en esperar que sean las cosas malas las que sucedan. Estoy convencido, aun sin conocerle, que la razón se esconde detrás de algunas decepciones que ha tenido en el pasado. En el texto que le compartí al principio el evangelista relata lo acontecido en el bautismo de Jesús. Cuando Él salió del agua, inmediatamente descendió sobre su cuerpo el Espíritu Santo, en forma de paloma, y se escuchó una voz potente del cielo que dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. Antes de que comenzara su trabajo aquí en la tierra, el Padre le dejó sentir que Él era su Hijo amado y que podía esperar que le apoyara y le acompañara en todo momento. Era como si le estuviese diciendo: “No te preocupes que yo estaré contigo. Todo lo que quieras emprender estará cuidado y respaldado por mí”. Después, en el Monte de la Transfiguración, otra vez escuchó la voz del cielo que le dijo exactamente lo mismo (Mateo 17, 5). Yo pude entender claramente que si Jesús necesitó escuchar y recibir ese aliento dos veces, ¿cuánto más usted y yo necesitamos escucharlo? Dios intenta decirnos que Él nos ama y que Él está a nuestro lado para alentarnos a tener confianza en nosotros mismos. El Padre sabía que su Hijo se encontraría en muchísimas ocasiones con gente que trataría de hacerle sentir inferior y con circunstancias que le tentarían a abandonar su obra. Sabía que lo más importante no serían las cosas que sucederían a la vida de su Hijo, sino las cosas que sucederían en la vida de su Hijo, es decir, dentro de Él. Dios quería que su Hijo se sintiera seguro de sí mismo y que su seguridad no tuviera que depender de los logros que obtuviera o de la opinión de los demás. La mayoría de las veces creemos que lograr algo, ganarnos la atención de alguien o tener una cierta posición nos dará seguridad y poder, cuando lo más probable es que sea eso que nos ganamos o esa persona que logramos que se fijara en nosotros o esa posición que obtuvimos lo que termine teniendo poder sobre nosotros. Por eso Dios le dejó ver a Jesús que la aprobación del cielo es la única necesaria para tener seguridad en uno mismo. Hasta que no entendamos este principio que fue dejado claro por Dios, no seremos capaces de mantenernos con una actitud de seguridad interior. Note que esto ocurrió antes de que Jesús comenzara a darse a conocer públicamente. Antes de entrar en contacto con la gente, tenía que entrar en contacto con Dios. Se deja sentir claramente aquel principio que siempre me acompaña en mis predicaciones: “Si no eres capaz de ponerte de rodillas delante de Dios, no serás capaz de permanecer de pie delante de los hombres”. Hasta que no nos sintamos ser aprobados por Dios y por nosotros mismos, ninguna cantidad de logros, poder o aprobación de otros será suficiente para mantenernos permanentemente seguros. La aprobación exterior que tanto buscamos llega a convertirse en adicción. Le animo a que no dependa de una posición o de la aprobación de otra persona para ser feliz y sentirse seguro(a). No permita que su valor se apegue a nada ni a nadie. La gente y las posiciones vienen y van, le levantan un día y le quieren derribar el otro. Sólo el amor de Dios y su apoyo son incondicionales y permanecen para siempre. No apoye su seguridad en otra persona o en una posición. Un apoyo es algo que soporta una estructura. Cuando trabajaba de ingeniero civil los utilizaba para sostener los techos de los edificios mientras fraguaba el concreto. Los llamamos puntales. Pero una vez consideraba que había transcurrido el tiempo requerido, los quitaba y el techo tenía que sostenerse por sí mismo. El puntal no puede formar parte de la estructura. A veces, somos apuntalados por personas o posiciones y la única manera de que nos demos cuenta de ello, es que nos quiten esos puntales. A veces, Dios nos hace un grandísimo favor al quitarnos esos “puntales” y enseñarnos a sostenernos por nosotros mismos y por su Gracia. Su Gracia es más que suficiente para apuntalar toda nuestra vida. Le invito a que la busque. Le invito a que eleve sus cansados ojos al cielo y también usted escuchará la misma voz que escuchó Jesús y que escucho yo: “Este(a) es mi hijo(a) amado(a), en quien me complazco”. Esa voz diaria a mí me mantiene seguro y lleno de esperanza. ¿Sabe qué? En lugar de estarse quejando tanto, mejor déle gracias a Dios por los puntales que le han sido quitados. Con mucho amor, Saulo Hidalgo No deje de asistir al encuentro que tendremos en la Casa San Pablo el día 4 de Abril a las 8:00p.m., al que hemos llamado “A ti te digo: LEVANTATE”. Será una noche de milagros, que cambiará su vida. tendremos por primera vez el lanzamiento de un libro que impactará poderosamente la vida de la mujer dominicana. Boletas disponibles en Club de lectores de Listín Diario, Ticket Express, Casa San Pablo, Casa de la Anunciación. Inf.: 809-330-6633; 809-747-9710. www.levantateyanda.org

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