SENDEROS

Saber poner límites a nuestra parte irracional

Todos tenemos derecho a ser diferentes, a respetar las diferencias, a convivir en paz. ISTOCK

Todos tenemos derecho a ser diferentes, a respetar las diferencias, a convivir en paz. ISTOCK

La vida es un misterio. Muchas veces lo evidente, lo que creemos es lo más sencillo conlleva mucha dificultad, y lo más dificultoso es a veces lo menos problemático dentro de nuestros caminos.

Enfocarnos en un propósito, saber adónde queremos ir, qué queremos lograr, qué horizontes vamos a seguir, puede que nos lleve mucho tiempo, o incluso nunca lo descubramos. Eso es lo que nos hace extraordinarios, lo que nos diferencia de los animales, esa capacidad de discernir, de enfrentar las dificultades y salir adelante, la capacidad de pensar, de trascender.

El ser humano debe de lidiar consigo mismo, con esa parte primaria que lo hace violento, que lo hace explotar en ocasiones donde el raciocinio queda a un lado, esa es para mí la gran meta: aprender a usar la razón en lugar de caer víctima de la testosterona, saber controlar nuestro lado violento es duro, además de necesario porque nos exponemos al peligro cuando somos prisioneros de nuestra parte más animal.

Hombres y mujeres cometen actos fuera de la lógica y la razón cuando olvidamos nuestra capacidad de razonar. Por ello educar nuestra parte violenta debe hacerse en la casa cuando enseñamos a nuestros hijos a respetar el límite de nuestras acciones, cuando inculcamos el respeto ajeno, cuando aprendemos a ser tolerantes.

Nuestro gran reto es enseñar a ser racionales, a ser empáticos, a entender que no siempre vamos a imponer nuestro criterio.

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