Desmitifi cando a las personas

Hay personas que en nuestras vidas se mitifican, ya sea porque lograron cotas de realización diferentes a las nuestras, porque tuvieron logros que nadie pudo en la familia o porque nos dejaron lecciones importantes.

Asumir la vida es asumir la muerte. Cuando una persona se va, suele salir todo: las cosas buenas, las alegrías, los logros, los agradecimientos, pero también las cosas oscuras, las tristezas, las limitaciones, los reclamos...

Esa parte gris y oscura, a nadie parece importarle, pero es esa parte la que más queda en el sentimiento y en las emociones de los que aún permanecen en el camino.

El mejor homenaje viene de aceptar que las luchas diarias de cada ser humano son lo que nos engrandece, que no son el dinero y las posesiones los que definen a las personas, que los errores y las burlas ajenas son a veces el espejo de los propios errores vividos.

El mejor mito es aquel que te enseñó y dejó lecciones que te servirán el resto de tu vida, esa persona a la que quizás ni las gracias le diste y contra la cual, a lo mejor, guardes resentimiento.

El reto es evitar ser como esas personas y si por circunstancias de la vida ya lo has hecho, es tu obligación rectificar y evitar dañar, porque hay personas que dañan tan profundamente que ni ellas mismas lo saben.