Espera lo mejor, prepárate para lo peor...

“Espera lo mejor, prepárate para lo peor y acepta lo que venga”, es un antiguo refrán inglés y, como todos los aforismos populares, encierra sabiduría.

Es difícil esperar lo mejor cuando nos sentimos acosados y desafiados por las situaciones calamitosas, prepararnos para lo peor no forma parte del currículo educativo y la aceptación de las circunstancias; resulta engorroso cuando lo que sucede se aleja de nuestros deseos.

Para afrontar los fracasos necesitamos prepararnos también para ello, buscar salidas alternas, como decía mi padre, que en paz descanse: “¡También hay que contar con el moquillo!”, haciendo alusión a una enfermedad que le daba a los pollos que ocasionaba pérdidas a las granjas avícolas, por lo que debían prepararse para los momentos de escasez.

En un abrir y cerrar de ojos el escenario puede cambiar: un premio, un ascenso, conoces a alguien que te transforma la vida, tienes una idea creativa que te trae fortuna, una buena noticia o surge un período calamitoso; surgen reveses: una enfermedad, un accidente, una pérdida, una derrota. Para el fracaso nadie está preparado, necesitamos saber manejarnos cuando el tiempo no sopla a nuestro favor, recordando que es la resistencia del viento lo que produce el avance del velero.