El Espíritu y la humildad

Calculo que había unas 70 personas en aquel grupo. Uno de ellos leyó un párrafo cualquiera del evangelio y nos quedamos en silencio durante unos minutos. Luego pregunté quien deseaba compartir el mensaje personal que había sacado de esa lectura. En total hablaron seis personas. Recuerdo con toda exactitud que quienes pidieron la palabra eran personas humildes, en el verdadero sentido de la palabra, porque humilde no es lo contrario de adinerado, sino de soberbio.

Los más asombrados de la sabiduría de los conceptos emitidos por ellos fuimos los que nos considerábamos más leídos, más conocedores. Los más humildes resultaron ser los más sabios.

Hay algo muy importante que hace el Espíritu Santo: “Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, ese mismo Espíritu dará nueva vida a sus cuerpos...” (Romanos 8,11).

Pero hay mucho para todos aquellos que saben buscar... pedir... estar pendientes... y bajar la cabeza. Que se saben situar frente al Señor y decirle: “Necesito tu luz, Señor. y necesito ánimo ¡Ayúdame...!”.

El Espíritu habla cuando nos encuentra con humildad y hacemos silencio, porque el Señor no habla ni en medio del ruido, ni con prisa.

La pregunta de hoy

¿Cómo percibir al Espíritu Santo en la vida cotidiana?

1. Asistí a una misa en la Sede de Santo Domingo de las Siervas de María, congregación que se dedica a cuidar y acompañar enfermos. Yo veo la acción del Espíritu Santo en ellas en forma clarísima, porqueÖ ¿cómo se explica esta vocación y ese amor?

2. Tuve la oportunidad de escuchar bien de cerca al Cardenal López Rodríguez en una charla. Lo que percibí al sentarme a su lado fue esa clase de sencillez con una extraordinaria dignidad que inspira gran respeto. Veo una clara y evidente acción del Espíritu Santo en alguien que ha entregado su vida sustentado por una oración humilde y profunda, día tras día.

3. ¿Dónde mejor puede percibirse la presencia del Espíritu Santo que en una madre humildemente dedicada a darlo todo por sus hijos?