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¡Atado al sufrimiento por los apegos!

Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Se hace evidente, que cuando el hombre permanece imbuido en las cosas del mundo que causan excitación a los sentidos, se muestra en él un deterioro progresivo en su capacidad de asimilación. Es entonces, que para salir de este estado de abandono, obnubilación y letargo, es necesario que algo, o alguien lo haga reconocer que las cosas superfluas o banales con las que se compromete, erosionan la intimidad de la psiquis con fuertes traumas. Imprescindible indicar, que las fantasías o alegorías de placer que se producen por alienantes vicios, provocan finalmente delirio (delirio tremens). Y por ende se arraigan fuertemente en el Ser con desordenados actos, y elocuentemente con codicia y el egoísmo. Estos dos últimos son los nutrientes para el desarrollo y fortalecimiento de la conciencia inferior donde se atrapa con depresión, apatía y desgano.

Estos sentimientos ordinarios en el individuo crean ansiedad; porque se descubre que las cosas por las que se integró, identificó e involucró, les hacían creer, que las mismas daban la tan anhelada felicidad. Sin embargo, ahora ya pierden su valor y satisfacción al cambiante ego y sus ansias de gloria. Cuando esto ocurre, ya con la mente obnubilada, ese mismo hombre compite en una carrera sin meta definida, porque los apegos y deseos del mundo lo convierten en el mítico personaje: “Tántalo y su austero suplicio”. Que atado a un árbol (los sentidos) con la sed y hambre (las apetencias) lo hacen desfallecer; observa ante sus ojos el agua fresca y cristalina (el conocimiento); haciendo con esto más tormentoso el drama de sufrimiento que se pueda padecer. Podría inferirse, que este es un buen ejemplo para que el hombre entienda, que tiene a mano el conocimiento de la Verdad; y que esta debe ser su propósito en la vida de Realizar a Dios. Después advertirá que todo esto propende también, al disfrute y gozo de la felicidad. En cambio si permanece atado a los vicios y sentidos no podrá nunca lograrlo. Es oportuno puntualizar, que cuando este mismo hombre decide volver sobre sus pasos, e incursionar en el sendero iniciático, ya para entonces habrá hipotecado su dignidad espiritual y humana con intereses muy altos que no podrá solventar por el maltrato moral de su ser.

Su conducta se ha deteriorado con agravantes de dolor por la ansiedad y depresión que lo acosan.

Sin embargo, cabe indicar, que todo esto tiene como escenario el mundo, quien es el más poderoso detonante para concurrir en tórridas pasiones; pero, si en cambio se obtiene el dominio de los sentidos con disciplinas, el desarrollo del amor y el conocimiento de Dios, todos estos efectos de dolor y deterioro pueden revertirse. También es necesario entender que es en este mundo donde se deben transcender los apegos y deseos, con una elaborada y puntual observación de los pensamientos y sentimientos.

Pudiendo lograr con esto, una inminente transformación; al desgarrar con autoritaria voluntad, conciencia y decisión, la vestimenta de ignorancia con la cual se vistió el viejo hombre; y como consecuencia impulsa el resurgimiento a una nueva criatura forjada en Dios, y en amor a Dios.

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