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HUELLAS

Drama

Natacha Féliz FrancoSanto Domingo

Nos gusta el drama como nos gusta la grasa. Un poco más sobre el arroz recién hecho, sobre el pan, sobre el sándwichÖ y tanto que se hace cotidiano, hasta que enfermamos. El drama pasa igual de inadvertido, nos interesan más las historias personales de los amigos si hay tragedia y en un intento inútil por justificar nuestras torpezas queremos dar lástima con nuestras propias historias tristes. El otro lado es comentar sucesos lamentables apenas despunta el día, o propagar las malas noticias e imágenes de sangre por las redes sociales, constituyéndose nuestro lenguaje en un rosario de negatividad que “perfuma” a quien lo propaga y embarra a todo el que está al derredor. El drama es como una rueda lisa girando a ningún lado. El daño que nos hacen los demás tiene fecha de caducidad, después de un tiempo, perdonar, olvidar y pasar la página. Así debe ser con todo lo que no sea armonía perfecta, que es Dios.

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