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REFLEXIÓN

Estallido de la creación

Teresa Valenti Batlle M.C.J.Santo Domingo

Admirar, agradecer y vivir el misterio de la Trinidad con alegría y sabiduría produce sentirse en comunión, relación, unidad. El Dios Uno y Trino se nos manifiesta en la Creación. El hecho de crear es un entramado de relaciones. El cosmos se manifiesta como una sinfonía de relaciones. No intento explicar los misterios, sino la vivencia que, desde mi pobreza, me despiertan. Asocio la Trinidad a la música. Las 4 estaciones de Vivaldi me revelan lo que racionalmente no puedo comprender ni aceptar. Visualizo al Espíritu aleteando sobre las aguas. El Dios Padre-Madre creando en sus entrañas de ternura, al Hijo que se recrea en ellos y de esa unión amorosa fluye, con toda su fuerza emergente, el Espíritu. Brota la Vida porque el Espíritu es “señor y dador de vida” y lo hace todo nuevo. Renueva todas las cosas y junto con la sabiduría, nos da la alegría de ser “amigos de Dios”. Una amistad fiel que no se rompe jamás. El Espíritu actúa, crea y recrea al ser en plenitud. Plenitud que es anticipada con Jesucristo. Al Espíritu atribuyen los Evangelios la encarnación del Hijo (Mt 1,20). Es el Espíritu el que da origen a la Iglesia (Hch 2,32) y al Espíritu, le atribuyo, desde mi poca experiencia: la fortaleza, la energía y el entusiasmo de mujer enamorada sintiéndome feliz y serena en el otoño, en el invierno y en todas las noches oscuras que van llegando. Imagino que todos los que lean estas líneas captarán la belleza de las 4 estaciones de Vivaldi. A los teólogos estudiosos y racionales quizás les parezca una necedad mi experiencia. Sin embargo, creo que al Espíritu le agrada que le vivenciemos de formas diferentes, simples y sencillas. Él concede a la comunidad humana la diversidad de talentos pero el Espíritu es uno y el mismo para todos (1 Cor 12,4). Entre los dones recibidos, aunque no explicitados en el Nuevo Testamento, entiendo que se dan la ecología, las artes, la belleza, la música, la danza, armonía del ser y la divinidad, pues en cuanto humana, es también divina. Al Espíritu se le nombra el último, pero es el primero en el orden de la creación. Vivimos tocados, acariciados “habitados por el Espíritu” que reside en nuestro corazón. El Dios Uno y Trino, misterio de amor, todo lo trasciende. Irrumpe como explosión de energía, interiorización y contemplación de todo lo creado. Nos llena de promesas que se realizarán en el futuro.

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