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DOS MINUTOS

¿Eso es bueno o es malo?

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Luis García DubusSanto Domingo

Me había estado fijando que el Dr. Read no decía ni una palabra, mientras todos los demás en el grupo hablaban de cosas insustanciales, como suele suceder muchas veces en las reuniones sociales, en las que los que más hablan son los que no tienen nada que decir. En ese momento el Dr. Read emitió una opinión. Fue una frase sencilla, pero con una profundidad que contrastaba con la trivialidad de los temas que estaban tratándose. Y eso al parecer molestó a alguien quien, dirigiéndose a él, dijo irónicamente: “¡Tú siempre con tus conceptos filosóficos!” Alejandro no se inmutó con la crítica, y le contestó serenamente con una simple pregunta: “¿Y eso es bueno, o es malo…? Bien, pues en el evangelio de hoy (Marcos 13,33-37) Jesucristo habla claramente de su segunda llegada a este mundo y nos encarece que estemos preparados para recibirlo. Y yo quisiera preguntarle qué le parece el hecho de que el Señor vuelva “en cualquier momento”: ¿Eso es bueno… o es malo? Aparentemente a la mayoría de las personas nos han vendido la idea de que esta segunda venida debe producirnos miedo, no alegría. Es decir que es algo amenazante, no esperanzador. En resumen, algo malo, no bueno. Cuando escuchamos las palabras “Estén preparados y vigilando, ya que no saben cuando será el día, (Marcos 13,33) podemos tender a examinar nuestra conciencia y tener en cuenta nuestros actos, nuestras palabras y nuestros pensamientos. Desde luego, esto es un modo muy importante de estar alerta en tiempo de adviento, porque siempre queremos y debemos limpiar la casa para recibir a alguien importante. Pero lo esencial es tener claro que esa persona importante cuya llegada celebramos es un AMIGO, y que la presencia de ese Amigo en nuestra casa sólo produce paz, amor, alegría, libertad y tantas otras cosas buenas que ni siquiera podemos imaginar. Meter miedo con la llegada de Jesús es desacreditar el amor y amor es todo lo que Él es. Y su amor es todo lo que importa en este mundo sediento. Desde luego, yo dudo mucho que el próximo 25 de diciembre llegue el Señor en toda su gloria como sucederá al fin del mundo, pero lo que sí puede (si le abrimos la puerta) es llegar a nuestra vida y llenarla de amor y de sentido. Y eso es algo bueno, muy bueno. La pregunta de hoy ¿Qué significa la palabra adviento? Vamos a usar las palabras de Benedicto XVI: “Este término no significa ‘espera’, como podría suponerse, sino que es la traducción de la palabra griega parusía, que significa ‘presencia’, o mejor dicho, ‘llegada’, es decir Presencia comenzada”. La palabra “Adviento” es presencia comenzada y nos recuerda dos cosas: primero, que la presencia de Dios en el mundo ha comenzado, que él ya está presente de una manera oculta; en segundo lugar, que esa presencia de Dios que acaba de comenzar, aún no es total, sino que está en proceso de crecimiento y maduración. Su presencia ya ha comenzado, y somos nosotros, los creyentes, quienes permitiéndole a Él amar a los demás a través de nosotros y por su voluntad, hemos de hacerlo presente en el mundo”.

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